Chile y Alemania bajan hoy la persiana
Al final, este invento de la Confecup ha acabado por convencerme. Fue un invento saudí, creado bajo el nombre de Copa del Rey Fahd, a mayor gloria de su memoria. Aquel conato, disputado en octubre de 1992, estimuló a Blatter, que veía un dólar tras una pared de ladrillo. Aquello creció hasta convertirse en este campeonato que tiene su seriedad y su interés, y que entre otras cosas viene sirviendo en las últimas ediciones para comprobar el grado de preparación del Mundial inmediato, porque se celebra en el mismo país que lo va a acoger. Y eso es útil. Acelera obras, permite ver lo que funciona y lo que no. Eso es bueno.
Aunque quizá estemos ante la última. El próximo Mundial será en el 2022 en Qatar y en invierno. La FIFA ya ha forzado mucho las cosas para acomodar el calendario ese año. Hacerlo en el 2021 para la Confecup sería demasiado. A cambio, Infantino tiene la idea de ofrecer a Qatar un Mundial de Clubes, ampliado en el número de equipos. Eso no pararía las ligas europeas, sólo implicaría a los clubes participantes. Al fin y al cabo, a eso estamos acostumbrados. Desde que Tokio se ofreció para alojar la Copa Intercontinental, hace ya tanto tiempo, estamos acostumbrados a destinar esas fechas a proclamar al mejor club del mundo.
Pero, última o no, ésta es una final interesante. Me gusta esta Chile. Lleva años dando guerra, dejándose ver. Los Bravo, Beausejour, Medel, Vidal, Aránguiz, Vargas, Alexis y demás nos son familiares, de tanto verles en fases finales, dos veces ante nosotros (algún disgusto nos han dado), otras dos en finales ganadas de la Copa América. Al revés que Alemania, con nombres nuevos. Sus campeones de Brasil han prestado sus puestos a una segunda generación, a su vez relevada por nuestros vencedores en la final Sub-21. Es el regreso de Alemania. Fórmula española con acero alemán. Chocan dos equipos muy distintos. Espero una gran final.