La España chica, menos toque y más gol
Esta alternancia entre la Confecup y el Europeo Sub-21 de la que hemos vivido estas dos semanas, nos ofrece hoy un plato mayor: la final entre España y Alemania. Viendo el Inglaterra-Alemania tengo que confesar que iba con Inglaterra, pero no por mayor simpatía personal, aunque un poco también, sino porque Alemania me da más miedo. Todavía me parece difícil ganar a cualquier selección alemana en cualquier circunstancia. Con los clubes se me va pasando, gracias a las victorias de los nuestros sobre el ogro Bayern. Pero con la selección aún me pasa. Aunque se trate de una Sub-21 muy rebajada, como es el caso de esta de hoy.
Digo muy rebajada porque Alemania ha llevado a la Confecup una especie de segunda unidad, al modo de la de Zidane, en la que faltan muchos de los consagrados, tirando de otros que, por edad, tendrían derecho a estar en este otro torneo, que están brillando con los grandes. La prueba de que Alemania es una gran factoría de futbolistas es que esta ‘segunda unidad chica’ ha llegado a su final. Su fútbol tiene la fiabilidad de todo lo alemán, ya sea un coche, una lavadora o una autopista. Y un futbolista vestido de alemán es siempre un futbolista vestido de alemán. Crece con esa camiseta. No conciben nunca que puedan perder.
Claro, que España ha dado motivos de confianza. Acostumbrado al tiqui-taca de los mayores, y enamorado de él, esta otra selección se me hace menos primorosa, pero desde luego es mucho más resolutiva. Nunca nos desespera con esa constancia de toques cerca del área rival de la que sólo cada veinte minutos, a veces más, sale una ocasión. Estos sueltan a la menor un estacazo, vía Saúl, Asensio o cualquier otro. Y también juegan bien. Es una preciosidad ver a Ceballos moverla, o a Asensio, entusiasma la valentía y la buena disposición de todos. Celades puede estar contento. Y Lopetegui también. Pase lo que pase hoy, hay futuro.