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Thiago crece, España crece

Tengo debilidad por Thiago. Espero de él todo, lo llevo haciendo cuatro o cinco años y sólo las lesiones me han obligado a seguir esperando, aguardando a ese jugador mayúsculo que va a llegar. Seguro. El Thiago de 2017 es un Thiago que se ha multiplicado en el Bayern (seis goles y siete asistencias, mejores números que en las tres anteriores temporadas completas), club que no quiere perderle y prepara ya su renovación. "Tengo la sensación de que aún puedo jugar mucho mejor", confesaba hace sólo unos días en una entrevista en la web del Bayern.

Ayer fue una de las manijas para abrir la lata israelí. Agitó la lata con un trallazo al larguero y luego se mostró fiel a su ADN: tocó rápido cuando esperábamos que lo hiciera lento, amagó cuando pensábamos que no lo haría y jugaría a la primera, miró hacia Cuenca cuando iba a pasar a Vigo. Puro Magic Johnson.

El jugador que disfruta el Bayern Múnich

Da más que Koke en ataque, de menos que Koke en la contención. Pero el Thiago que disfrutamos en Gijón se va pareciendo al que disfrutan cada semana en el Allianz Arena. Y en la Selección lo hace con un dorsal tan redondo como ese 10 que ayer lucía en la camiseta. El 10 siempre sienta bien, sabe a buen fútbol. Tengo una noticia buena y otra mala. La buena, que España crecerá con Thiago. La mala, que en el horizonte se adivina un Thiago con dos apellidos que no me gustan un pelo: Bayern y Múnich.