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Un equipo efectivo, no efectista

El Athletic tiene buena salud: deportiva, económica e institucional, a pesar de que su presidente no sea el mejor embajador de la simpatía de la que este club siempre ha hecho gala. Dispone de un soberbio campo que ya ha visto una Champions y es habitual en la Europa League. Tiene presente y se piensa que también futuro. Ha sabido reinventarse después de las marchas de futbolistas importantes como Javi Martínez y Herrera, y encontrar en Aduriz mucho más que un salvavidas cuando Llorente decidió erróneamente que Bilbao se le quedaba pequeño. Han ido saliendo desde abajo joyas como Laporte y Williams, ahí están Arrizabalaga y Yeray como nuevos exponentes de Lezama. Lograr que los dos primeros no se dejen marear por la Premier ha sido todo un éxito de gestión.

El buen gusto de Urrutia por los entrenadores, iniciado con el ambicioso Bielsa y proseguido con el ideal para el club, un Valverde al que ha mantenido cuatro años pese a que gusta en todos lados, es clave en el proyecto. Txingurri ha derivado en un entrenador más efectivo que efectista. Pasaron a la historia los locos partidos de su primera etapa, sin freno de mano, el 1-7 en Lieja, el 5-4 a Osasuna y el 4-4 con el Betis. Sabe que Bilbao, con la tripa llena por las últimas campañas, exige resultados. Sin Iturraspe luciendo en pases con Herrera y Muniain, ha derivado en fútbol férreo. Sabe que Aduriz, Raúl García y el balón parado de Beñat ganan muchos partidos. Salvo cuando toca el ex del Betis, el equipo está más cómodo con la presión a degüello, robando... Ojo, llega plagado de bajas, pero competirá seguro.