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La inolvidable despedida de un nueve inolvidable

Milito. El apellido de la semana. Gabi Milito, el mayor, fue presentado el viernes como el nuevo entrenador de Independiente, el equipo de su corazón, donde llega para suplir a Mauricio Pellegrino. Pero no pudo superar lo que vivió su hermano Diego 24 horas después a pocas cuadras de allí, en el estadio de Racing: el exdelantero del Zaragoza colgó ya sí las botas para siempre. Se despidió ante 60.000 espectadores convirtiendo un gol en el 2-0 ante Temperley. Y no paró de llorar. Horas antes, había sido papá. Al grito de “Milito hay uno solo, oh, oh, oh”, la hinchada de la Academia agradeció el talento y la fidelidad de un futbolista inolvidable. Conmovedor. Y una foto de ese día (la de un niño cediendo una de sus muletas a otro para poder presenciar la fiesta juntos, cada cual subida a una venciendo al muro de seguridad) que dio la vuelta al país, prolongó las emociones, que aún duran. Una escena que habla sola. Cuando la pasión por el fútbol es sana.

Beñat San José. El entrenador español que dio un golpe en la mesa en el fútbol chileno rescatando con un juego convincente y vistoso al Antofagasta, ya tiene nuevo destino. El Bolívar, el equipo más ganador de Bolivia, semifinalista hace dos años de la Copa Libertadores con Xabier Azkargorta de técnico, lo ha reclutado. Se hizo ilusiones de entrenar a Unión Española, pero la llegada de Palermo lo dejó fuera. Y decidió hacer las maletas y probar la altura. Otra liga para seguirle de cerca.

Caruso. Sarmiento era un equipo cadáver cuando se lo encomendaron al extravagante entrenador Ricardo Caruso Lombardi. Estaba descendido. Dos meses después, con un gol en el último segundo en la dramática última fecha del torneo argentino, se quedó en Primera. Argentinos Juniors, el equipo histórico de Maradona, quedó condenado a bajar. Suena a milagro, pero igual no tanto. Estamos ante un especialista. Le encargaron resucitar a diez equipos sentenciados a lo largo de su carrera profesional y su marca es sideral: nueve consiguieron mantenerse. Luego, fiel a su fama de loco, en plenas celebraciones de camarín, se disfrazó de Manosanta (una forma del Carlos Jesús de Arús y Cárdenas, pero a la argentina).

Bauzá. El patrón de la Copa Libertadores. Ahora como entrenador de Sao Paulo, Edgardo Bauza volvió a colarse en las semifinales. Y ya van cuatro veces: Rosario Central (2001), Liga de Quito (2008), San Lorenzo (2014) y ahora con el equipo brasileño. Y en dos ocasiones fue campeón. Se clasificó tumbando al Atlético Mineiro, de Robinho, y sin polémica. Su antiguo equipo, Rosario, sí la dejó y mucha en Medellín, tras ser eliminado por el Atlético Nacional, la sensación de juego más virtuoso que está dejando el torneo. Otra vez se liaron a puñetazos los argentinos a la que pierden.