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El Barça ganó una final inolvidable

Doblete nacional otra vez para el Barça, conseguido en una final tremenda, ante ese Sevilla que, como dice su precioso himno, nunca se rinde. Sólo que el Barça tampoco se rindió. Ganó con una imagen distinta de la que le ha hecho célebre en este siglo, con el mono de trabajo y sufriendo. Se vio diez contra once durante 55’ minutos, en los que le tuvo acogotado el Sevilla, que es toda una fuerza, y supo resistir. Con Piqué como héroe en el área propia, con Iniesta dando aire al equipo sacando el balón cuando podía con clase exquisita, con todos comprometidos en la tarea de contener el alud sevillista.

El partido había sido un forcejo sin nada reseñable hasta que en el 36’ se produjo una jugada que lo sobresaltó. Un saque largo de Sergio Rico, Iborra que prolonga de cabeza, Gameiro que se va por velocidad y Mascherano que le agarra cuando está llegando al área. Expulsión. El Barça con diez. Y el Sevilla empezó a apretarle, cada vez más. Dueño del campo y del balón, cargado de fuerza y seguridad, aunque falto de un puntito de profundidad para crear más peligro. Frente a eso, un Barça que esperaba, a merced de su rival, pero sin descomponerse del todo. Un Barça obrero. Un Barça distinto.

Al Sevilla le faltaba el gol y en el 80’ Emery tomó una decisión que lamentará: sustituyó al lateral Mariano por Konoplyanka, buscando que éste afilara el ataque. Pero no sólo no pasó esto último, sino que la salida de Mariano le abrió al Barça una rendija que fue su salvación. Neymar lo vio, sus compañeros lo vieron. Por ahí sangró el Sevilla. Por ahí llegó en el 90’ la expulsión de Banega, por tirar a Neymar. Y por ahí se resolvió la prórroga, ya diez contra diez, con dos goles del Barça por ese costado. El Barcelona fue sufrido cuando hizo falta y lúcido después. Así se llevó una final inolvidable.