Maratón de Madrid: los límites de una carrera entrañable

Vaya por delante que la Maratón de Madrid me parece una carrera entrañable, histórica y bella. Y que ha hecho muchísimo por popularizar la carrera a pie no sólo en la capital de España, sino en todo el país. Fue la primera en celebrarse en una misma ciudad, porque la de Barcelona, que la precedió, se disputó entre Mataró y la Ciudad Condal. Cuando nació, entonces llamándose Mapoma, supuso toda una revolución.

MAPOMA1

Es una carrera a la que le tengo cariño. Durante algún tiempo fui vocal de medios de comunicación, con Paco Perela, su creador, como presidente. Hasta que dimití porque el interés de la prueba por los medios informativos era casi nulo y mi trabajo, consecuentemente, se convirtió en inútil.

Carrera estupenda, reitero, pero con dos graves problemas: la altitud de la ciudad (alrededor de 600 metros) y su ondulada orografía. Ninguna de las dos cosas es recomendable para correr 42.195 metros. A ello hay que añadir, no pocas veces, una contaminación excesiva.

MAPOMA2

Estas condiciones durísimas propician que bajar de las dos horas y diez minutos sea complicadísimo. Y eso hace casi imposible que los atletas de alto nivel acudan a correr por las calles de la ciudad. Es una pescadilla que se muerde la cola, un círculo vicioso del que es prácticamente imposible salir.

Y que la condena a estar alejada de los registros de élite que se consiguen en Londres, Berlín, Amsterdam, Chicago, Otsu, Dubai... E incluso Nueva York, cuyo recorrido tampoco es muy propicio para alcanzar marcas espectaculares. Madrid es una carrera Silver (Plata) del circuito de maratones de la Federción Internacional y su objetivo sería convertirse en Gold (Oro), pero esa meta es muy difícil de alcanzar, por no decir imposible.

Madrid, además, tiene poderosas carreras rivales en España, todas ellas con circuitos más generosos con los atletas: Barcelona, Sevilla y Valencia, fundamentalmente. Carreras en las que se consiguen buenos resultados entre los vencedores, que crecen en popularidad y que atraen a muchos corredores. El circuito español de maratones se está haciendo cada vez más fuerte, pero Madrid lo tiene complicado para competir, por las razones que ya hemos descrito.

Incluso los atletas españoles prefieren alguna de estas carreras para intentar marcas personales o mínimas para grandes competiciones. Los maratonianos no tienen muchos cartuchos que gastar (normalmente uno o dos) y prefieren emplearlos en circuitos más llanos y al nivel del mar.

Madrid ofrece cada año una carrera entrañable, pero con límites casi imposibles de traspasar. A ello se añade una potencia económica incomparablemente más débil que las de las grandes carreras mundiales. Competir es imposible.