La Eurocopa debilita al Chelsea

El mejor momento para medirse al Chelsea. El conjunto de Tuchel acabó la temporada pasada asemejándose a una máquina perfecta, especialmente en el apartado físico. Su sistema de tres centrales y dos medios centros lo convirtió en un bloque muy sólido, casi impenetrable por dentro, con profundidad en los costados para atacar y abrir el campo y con mucha libertad para los jugadores de tres cuartos como Mount o Havertz. Ese tono de frescura y plenitud difícilmente lo podrá reproducir en el primer choque oficial de la temporada. Algunos de sus futbolistas más importantes llevan sólo una semana de entrenamiento: los que llegaron a la final de la Eurocopa (Emerson, Jorginho, Mount, James y Chilwell) o de la Copa América (Thiago Silva) se incorporaron al grupo el lunes pasado tras su descanso vacacional y no han participado en los amistosos de pretemporada. Azpilicueta y Christensen, semifinalistas con España y Dinamarca, se encuentran en una situación similar, habiendo regresado sólo unos días antes. Aunque viendo la convocatoria se deduce que Tuchel va a querer sacar el once más competitivo posible -ha incluido a los recién llegados y en cambio ha dejado fuera de la convocatoria a jóvenes que habían tenido mucho peso en los duelos preparatorios, como Chalobah o Loftus-Cheek-, el once titular se va a asemejar bastante al que empató 2-2 contra el Tottenham en el último choque amistoso.

El carril derecho, el más dañado. Al no haber podido utilizar aún ni a Azpilicueta ni a James, Tuchel ha ubicado en el lateral a Zappacosta -que no ha entrado en la lista ante el Villarreal- y, sobre todo, a Hudson-Odoi, que es más bien un extremo y que por lo tanto no le aporta tanta fiabilidad defensiva. Aunque se especula con el regreso del navarro a la posición de central, tapar la banda no le va a resultar sencillo al estratega alemán. Es una de las vías por las que el cuadro amarillo puede hacer más daño. Marcos Alonso, Kovacic o Ziyech logran que el resto de ausencias se noten menos.

Jorginho es el faro del Chelsea y reciente ganador de la Eurocopa.

Lukaku, de Supercopa a Supercopa. El Chelsea firmó por primera vez a Romelu Lukaku en agosto de 2011, hace exactamente diez años. Su primer periplo en Stamford Bridge se caracterizó por sus escasas apariciones con la camiseta blue: en el curso inicial jugó muy poco, y en los dos siguientes actuó como cedido en el West Bromwich Albion y en el Everton. Su error en el penalti decisivo de la tanda que decidió la Supercopa de 2013 en Praga ante el Bayern -en el primer duelo entre Mourinho y Guardiola tras su famosa rivalidad en la liga española- le condenó definitivamente. Ahora, coincidiendo con otra Supercopa de Europa, regresará convertido en uno de los mejores delanteros del mundo. Es el elegido -pese a los sueños iniciales de intentar fichar a Haaland- para mejorar una posición, la de nueve, que dio muchos quebraderos de cabeza a Tuchel y a su antecesor Lampard. Werner no ha respondido a las expectativas, y se ha mostrado como un jugador mucho más útil a la hora de desmarcarse a los espacios y generar movimientos de arrastre que para rematar con eficacia. Lukaku debe dar ese salto de calidad en el apartado goleador, y su potencia arrolladora parece encajar perfectamente en un equipo que hace mucho daño cuando transita y que pasa por encima de los rivales por ritmo y poderío físico.