Cuando Carlos Sainz, júnior, nació en 1994, su padre, Carlos Sainz, ya había sido dos veces campeón del mundo de rallys. Hoy en día éste sigue compitiendo, y mientras el hijo ha metido cabeza en la exclusiva clase de la fórmula 1, él, el padre, continúa ganando carreras en medio del polvo. Ya lo hizo en 2010, cuando se alzó con la victoria en el Dakar, pero entonces el hijo aún hacía sus pinitos en la fórmula BMW Europa. Lo curioso es cuando ahora, convertido el hijo en todo un piloto de fórmula 1, el padre se ha puesto en cabeza del Dakar y es el máximo favorito para ganar una de las carreras más duras y difíciles del mundo. Carlos Sainz, padre, vuelve a ocupar todo el protagonismo; Carlos Sainz, hijo, tendrá que seguir esperando.

Coincide el liderato de Carlos Sainz en el Dakar con unas audiencias extraordinarias de la carrera en La 1. Sólo seis transmisiones deportivas han superado el millón de telespectadores en lo que va de año, y cuatro son del Dakar. No será por falta de oferta de otros deportes: ligas de fútbol y baloncesto, partidos de las Selecciones de balonmano y waterpolo, torneos de tenis, carreras de cross, etc. Los resúmenes del Dakar enganchan, porque son atractivos; encima, ahora tenemos a Carlos Sainz líder. La historia no deja de ser bonita. Mientras el hijo, un chaval (21 años) ya instalado en la élite, el padre, un piloto con toda su carrera hecha (53 años), no la da por cerrada. Y lo mejor de todo: aún da más que hablar que el hijo.