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¡Ay Karim, Karim! Con lo que nos gusta tu fútbol, cuando te pones las pilas de jugar, y la vergüenza que nos da tu bochornoso expediente fuera de la cancha. Desde que llegó al Madrid, se le trató como un niño especial, para integrarlo, para que fuese superando su timidez, para que tuviera tiempo de madurar. Siempre había una nube de disculpa sobre su comportamiento: que si es joven, que si es su carácter, que si es especial. ¡Ya vale! Karim va a cumplir 28 años y no sólo no se ha avispado sino que se ha especializado en meterse en todos los charcos posibles. Su vía crucis automovilístico clama al cielo. Ha desafiado una y otra vez las leyes y las recomendaciones de su club, como si le importasen un pimiento las multas, los arrestos y la vida del resto de conductores. Imagino el oprobio de Florentino cada vez que le despiertan con la noticia de que su “niño” se ha vuelto a saltar las normas con el cochecito. El club ha sido indulgente con los continuos desafíos de su empleado a la seguridad vial, se merecía un castigo ejemplar y una reprimenda pública que no vimos. Ahora el Madrid se encuentra con este turbio caso de chantaje y extorsión a un compañero que, unido al antiguo y público affaire con una joven prostituta, consagra a Karim como un personaje torpe y patoso, ya que no le suponemos maldad, que llena de ignominia la actualidad del club. Quien con niños duerme…

Halloween culé. Sin hacer un drama de lo acontecido en Getafe, hay que poner a cada uno en su sitio. El cada día más borde Luis Enrique no se atreve a reprobar la actitud de sus jugadores en los vestuarios del Coliseum, ya vemos que su ascendencia en el vestuario es trivial. Es evidente que no está para dar lecciones de educación a sus chicos. Por su parte, Dani Alves le quita trascendencia al asunto y dice que hay cosas más importantes como el hambre infantil. Gracias Dani. ¿Te has dado cuenta tú también? Menos mal que está Don Andrés Iniesta para retratarlos a todos con una sola frase: “Lo de Getafe fue un error, no pasará más”.

Fútbol y política. Una cosa es respetar la libertad de expresión y otra convertir un partido de fútbol en un mitin. Ya conocemos y respetamos la idiosincrasia del F. C. Barcelona, pero que el club permita y aliente que cada partido esté rodeado de connotaciones políticas es una deriva peligrosa. Hoy se pita un himno, mañana se reparten 30.000 banderas independentistas, pasado se corean consignas ideológicas, ahora pitamos otro himno… y mientras tanto pedimos respeto con una pancarta gigante. ¿Respeto a quién? ¿Al fútbol? Hay muchos aficionados culés que no son independentistas, ni nacionalistas, ni centralistas, ni unionistas, ni constitucionalistas. Y otros muchos que, teniendo sus ideas, no las quieren ver mezcladas y contaminadas con su afecto por un equipo.