López y Beitia no ocultan el desastre general


La brillantísima medalla de oro de Miguel Ángel López en los 20 km marcha y el quinto puesto de Ruth Beitia en salto de altura brillan en todo su esplendor, pero no iluminan la oscuridad que atenazó al equipo español en Pekín. Un medallista y un finalista son un bagaje pobre, paupérrimo, para un deporte que recibe más ayuda del Consejo Superior de Deportes que cualquier otro, a veces entre las quejas de las demás especialidades, que se sienten perjudicadas en la comparación.

La lista de atletas eliminados a la primera ha sido aún más numerosa de lo que se esperaba: de 25 atletas que actuaban en pruebas con series previas, 21 cayeron a la primera. Sólo cuatro resistieron al menos un asalto. Kevin López en 800, David Bustos en 1.500, Yidiel Contreras en 110 mv y Ruth Beitia en altura.

La sensación general que se ha dado es de extrema pobreza, con poquísimos atletas competitivos, con algunos lejísimos de sus marcas, con una imagen lamentable, con cierto conformismo en alguno, a tenor de sus declaraciones, con algún otro haciendo turismo en la Muralla China antes de la competición, y con protestas que rozan el ridículo, como la de Adel Mechaal, para quien, básicamente, todo se arreglaría subiendo la ayuda económica. Yo creo que no es cuestión de tener la cartera llena de billetes, sino de tener la cabeza en su sitio, la ambición necesaria y las ganas de hacerlo bien.

Ramón Cid ha respondido bien poniendo como ejemplo al campeón mundial de maratón, el eritreo Ghirmay Ghebreslassie, que sólo 70 euros al mes de beca. A partir de ahora va a cobrar generosamente en los maratones privados, pero ese dinero hay que ganárselo, como se lo gana Ruth Beitia, por ejemplo, en la Diamond League, en la que lleva una rayectoria brillante y que puede ganar.

Y a estas alturas de este post ya va siendo hora de que pida perdón a aquellos a los que pueda estar molestando.

Pero es que para arreglar las cosas hay que tener primero conciencia de que existe un problema y me parece que muchos atletas todavía no han llegado ahí. Y digo muchos, porque no son todos. Hay gente que nos llena de orgullo, pero, por desgracia, los hay de los que no podemos presumir.

Estos días he escuchado comentarios terribles acerca del equipo español en este Mundial: gente que se siente no sólo defraudada, sino engañada, que quiere más, mucho más, porque de sus impuestos sale el importe de esas mal llamadas becas que pagamos con nuestro dinero en momentos de paro, deshaucios, pobreza y problemas diversos por aquí y por allá.

Y sigo pidiendo perdón si molesto. De lo que estoy seguro es de que hay un buen grupo de atletas a los que no molesto, porque, básicamente, opinan lo mismo que yo. Y tampoco molesto a un buen número de directivos o de entrenadores, que conocen el problema mejor que yo.

España tiene malas instalaciones en muchos sitios, o directamente no tiene, pero en otros lugares se encuentran entre las mejores del mundo, como en los Centros de Alto Rendimiento de Madrid o Barcelona. Esa disculpa tampoco vale.

Y otro problema: el atletismo español está' viejo'. Ruth Beitia (36 años), Jesús Ángel García Bragado (45), Javi Guerra (31), Jesús España y Carles Castillejo (37), Borja Vivas y Francisco Arcilla (31), Benjamín Sánchez (30), Alessandra Aguilar (37), Naroa Agirre (36), Úrsula Ruiz (32) y María José Poves (37). Doce atletas con más de la treintena y, además, ocho han sido los mejores en sus especialidades. Que sigan, que sigan porque en muchos casos después de ellos está el desierto.

Sí, ha sido un desatre. Y todos los sabemos. Sí, alguien me pondrá a caldo por no tener el vicio de repartir halagos a diestro y siniestro. Y sí: hay que cambiarlo todo para que todo cambie. Pero, ¿son los actuales dirigentes los adecuados para hacer estos cambios? Decididamente, no. Y no estoy hablando de Ramón Cid.