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Fórmula 1

Espejismo en Bahrain

En el circuito de Sakhir pensamos que la posibilidad de vencer a Mercedes era real, que Ferrari se había acercado tanto que el reinado de las ‘Flechas Plateadas’ corría peligro, pero sólo fue un oasis y la dinastía de Mercedes sigue fuerte con Lewis Hamilton dominando con mano de hierro

Espejismo. Un espejismo es una ilusión óptica en la que, tecnicismos aparte, vemos cosas que realmente no existen. Son muy frecuentes en los desiertos y, qué casualidad, el circuito de Sakhir está en medio de uno.

Oasis. Así que no es de extrañar que todos viéramos o quisiéramos ver un oasis en medio de la arena, que pensáramos que la posibilidad de vencer a Mercedes era real, que Ferrari se había acercado tanto que el reinado de las Flechas Plateadas corría peligro. Se han acercado, sí. Pero la dinastía AMG Mercedes Petronas sigue fuerte con Lewis Hamilton gobernando con mano de hierro.

Seguridad. Yo nunca había visto al inglés tan desafiante. Sus palabras en la rueda de prensa de la FIA lo decían todo: “Ganar es ganar y no me importa contra quién. Creo que Mercedes todavía sigue siendo el mejor. Sabía que Kimi iba a ir rápido, pero lo tuvimos bajo control”, minimizando su problema con los frenos en la última vuelta. Y todo esto dicho con la mirada fija, tranquila, casi sin parpadear, lo que transmite una seguridad en sí mismo y fortaleza que impone.

Rosberg. No es por ser aguafiestas, pero veo difícil que alguien pueda perturbar el poderío que ahora mismo rebosa Hamilton. El otro piloto Mercedes, Nico Rosberg, era a priori el principal candidato a intentar destronarle. Pero su oportunidad estuvo en ese Mundial 2014 que peleó hasta la última carrera con Lewis. Como muchos de mis colegas periodistas pronosticaron, de no ganarlo se convertiría en un nuevo caso Mark Webber. Ya no tendría otra oportunidad, se vería dominado por su compañero de equipo. Y la historia ya la saben, no ganó.

Decepción. A mí no me gusta ser tan radical, pero yo que fui gran defensora del piloto alemán en 2014, tengo que reconocer, que en 2015 está pequeño. Su principal arma contra Hamilton fue la guerra psicológica y le funcionó a la perfección hasta ese error en la primera vuelta en Spa-Francorchamps donde se llevó por delante la carrera del inglés y le acarreó una reprimenda y multa económica por parte de su equipo. Ahí Lewis se hizo grande... y Nico pequeño. Este año se le ve inseguro, inquieto y su cara es la pura imagen de la frustración. No entiende por qué no puede vencer a su compañero a una vuelta, como hacía el año pasado. En carrera no es capaz de acercarse. Y encima ahora tiene que luchar contra “esos coches rojos que no me gustan nada” como él llama a los Ferrari en su correcto castellano.

Sin rival. Parece que los coches rojos son, a día de hoy, la mayor amenaza de Lewis y sí, puede que ganen alguna carrera más esta temporada como ya hiciera Vettel en Malaisia. O como parece que pudiera haber logrado Kimi si la carrera hubiera durado un par de vueltas más. No lo sabemos. Pero en condiciones normales, sin problemas de frenos ni mecánicos, sin un coche de seguridad que cambie el devenir de la carrera, lo normal es que Hamilton domine de principio a fin. Porque la pole es un territorio donde no tiene rival, lleva cuatro de cuatro. Y en carrera no debemos dejarnos engañar por espejismos... Lewis camina con paso firme y seguro hacia su tercer Mundial.