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La carrera loca por encontrar al nuevo Messi

Miremos por encima de las leyes FIFA. Dos niños de Venezuela abandonan su país, su casa, su escuela, su familia y sus amigos cegados, tanto ellos como sus padres, por la luz de fichar por el Real Madrid. Tenían doce y catorce años. Un año después, más o menos, uno no juega en ningún sitio y otro se entrena con el Rayo. Hay dos ilusiones rotas de dos críos que soñaron con ser Cristiano Ronaldo y muy pronto la realidad les ha pegado duro. Hablamos de dos casos que han saltado a la luz pública en AS, pero habrá muchos casos más y en otros clubes que se manejan en ese filo de la legalidad. ¿Pero es esto natural? ¿Es ético sacar de sus raíces a un niño ‘por si’ crece como crack del fútbol?

Subrayo de nuevo que hablamos más allá de lo que dicta el reglamento. Detrás de todo esto hay dos carreras atropelladas. La primera es la ansiedad de los clubes por no dejar escapar a un ‘nuevo Messi’. La segunda, la ignorancia de los padres creyendo que cada hijo es el mejor y firmarán un contrato que les resolverá la vida. Esta es una ambición entusiasta, natural, idílica y errónea. Pero es menos grave que la acción promovida por aquellos técnicos profesionales que no estiman el impacto de sacar de la cuna a un crío, hacerle cruzar el océano, retirarle de su entorno familiar y someterle al terrible estrés de no fracasar en un campo de jóvenes futbolistas de elite, pongamos Valdebebas, donde en algunos casos ni siquiera hablan su mismo idioma.

Esa competencia por encontrar ‘niños de oro’ y traerlos a España antes de ser adolescentes se ha ido de las manos. Dice el Barça y dirá el Madrid que están bien cuidados en sus canteras y sus padres tienen trabajo. Faltaría más. Pero preguntemos cuántos ‘niños de oro’ importados de algún país lejano han jugado estos años en el Madrid profesional. ¿Es serio traer a críos venezolanos, japoneses, argentinos, daneses... sin garantía ninguna de éxito? La FIFA sabe que estas cosas afean el fútbol en la sociedad del siglo XXI y se muestra escrupulosa. No todo vale en la carrera por ponerse la medalla de encontrar al ‘nuevo Messi’.