Florentino, el adiós de Toril y el recuerdo de Juanjo

Florentino Pérez destituyó la semana pasada a Alberto Toril, el técnico del Castilla. La decisión puede discutirse atendiendo al purismo de que un filial se construye para formar jugadores para el primer equipo, sin olvidar que el señalado ha hecho historia en la cantera y/o reconociendo que la situación del equipo, a un mundo de los puestos de la permanencia, requería un revulsivo inmediato. Allá cada uno. Ahora, quizás para entender mejor la situación que se vive en la segunda planta de la casa blanca, convendría ponerse en la piel del club, del señalado y del sucesor. Huyendo de fobias, filias y partidismos. Para conocer al detalle lo que sucedió con otros enredos similares y para imaginar lo que ronda las cabezas de los protagonistas ante el futuro que ya asoma.


El club: Analizada una amplia muestra, podría decirse que el presidente bajó el pulgar en una postura antipopular que beneficia a Ramón Martínez, jefe de La Fábrica, y desvía el foco de una planificación mal elaborada según los expertos. A Florentino le quedaban pocas alternativas, las de siempre, para intentar evitar el descenso a tiempo: invertir y fichar en diciembre o desempolvar las habilidades de los canteranos a base de unos nuevos métodos en la dirección. Nunca se sabe cómo acertar. Sobre todo en el Madrid. Con el recién llegado Manolo Díaz, el Castilla ya ha tenido a 19 entrenadores desde que en 1978 ascendió desde el amateurismo a 2ºB y comenzó su era más profesional. Y la historia arroja datos concluyentes: cuando el presidente de turno decidió tomar cartas en el asunto por los malos resultados, el revulsivo jamás funcionó a corto plazo; y cuando dio continuidad a un proyecto a pesar de las derrotas, alegando que la misión prioritaria era la de formar, tampoco se alcanzaron los objetivos perseguidos. Ejemplos: Del Bosque bajó al Castilla en 1990 con Cañizares, Mutiu, Alfonso y Urzáiz tras mantenerlo Mendoza en el cargo pese a una racha aciaga. Lo mismo que le pasó a Míchel en 2007 bajó la presidencia de Ramón Calderón. Eso por confiar. Sin confianza, Grosso descendió en 1987 tras suplir a Santisteban, y Toni Grande repitió en 1997 tras relevar a Sergio Egea y al propio Grosso.

Toril

Toril: Debe estar caliente. Florentino ha preferido mirar al banquillo ante los problemas animado por la experiencia de su última vez. Hasta hace dos años no había tenido que echar a ningún entrenador del filial. Bastante tenía ya con el trasiego del primer equipo. En su primer mandato (2000-2006) se encomendó a López Caro (ascenso a Segunda) y a Portugal. Y en este segundo (desde 2009) confió en Menéndez y luego en Toril. Lo curioso es que el cordobés fue, precisamente, el único técnico en levantar de repente una situación grave: en su primer año llevó al equipo de la mediocridad de 2ªB hasta el playoff. Y, además, al año siguiente, ascendió como campeón por cuarta vez en la historia.

Toril se aferra a los datos y al número de chavales que ha catapultado hacia arriba. Muchos. Con Morata a la cabeza. También airea que la cantera es otra cosa, que necesita otra mentalidad, y que se ha ganado a pulso la paciencia en un proyecto y la confianza en su persona. Toril se veía con fuerzas para seguir porque el vestuario estaba con él. Y sólo así, con unión, es cuando se remonta. Quizás recuerde que eso ya le pasó a Amancio en la temporada 1982-83. Luis de Carlos le mantuvo pese a ir 18º bien avanzado el curso. Acabó sexto, al año siguiente finalizó como campeón y más tarde sucedió a Di Stéfano en el primer equipo. García Remón (a quien Grosso puso el carné de entrenador) también andaba 17º en la 91-92 y finalizó sexto. E incluso Rafa Benítez, en la 1994-95, tenía al filial 18º y lo dejó octavo antes de volar hacia el estrellato. Tiempo es lo que pedía Toril y tiempo es lo que le han negado.

Juanjose

Manolo Díaz: Pero en esta historia convendría no olvidar al que hereda un Castilla a la deriva. Está solo. Y necesitado. Buen momento para recordarle al nuevo técnico quién era Juan José García Santos, 'Juanjo'. Le dará fuerzas y esperanza. Este extécnico, antiguo jugador modesto, se hizo cargo del filial, sin comerlo ni beberlo, un 20 de septiembre de 1979. Santisteban había decidido dejar el banquillo por motivos personales tras jugar en Almendralejo y el club le dio galones a este aprendiz que servía en la cantera para no hacer de menos a ninguno de los otros candidatos: Barinaga, Grosso, Amancio y Sanchis. La prensa se centró más en halagar al que salía que en preocuparse por el que entraba. Como ahora. Se le hizo de menos. Se le llamó "hombre de paja", "parche" y otras lindezas por el hecho de ser un desconocido y por la torpeza y la obsesión de querer hablar maravillas de su antecesor en el cargo. Como ahora.

Juanjo, que provenía de la banca, fue muy cuestionado. Sus inicios fueron duros, hasta que comenzó a lograr resultados y conseguir hazañas. Por aquel entonces los filiales competían en la Copa y el Castilla eliminó al Extremadura, Alcorcón, Racing, Hércules, Athletic, Real y Sporting para plantarse en la mismísima final contra el primer equipo. Era la campaña 1979-80. Cayó goleado (6-1), como era lógico, pero fue la única vez que un segundón logró una proeza así. Un hito que, además, le permitió competir en la Recopa al año siguiente ya que el Madrid, ganador de esa final, disputaba la Copa de Europa. Aquella eliminatoria ante el West Ham se puso de cara en casa (3-1) y se dejó escapar en la prórroga en Inglaterra (5-1). Juanjo, ya fallecido y padre de otro técnico que trabajó en el Madrid (Abraham García), pasó a la historia con un sueldo de dos millones de pesetas y dejó al Castilla 11º en Liga entre un gran reconocimiento.

Manolo Díaz no le olvidará. Se estrenó el sábado en Valdebebas ante el Numancia con un gris empate. Mismo bautizo que tuvo Juanjo en el 79, en el Bernabéu, frente a un Nàstic de Tarragona que viajaba sin su estrella al estar de luna de miel. Si él pudo, éste puede. El tiempo dirá si el sustituto de Toril es uno más en la lista de revulsivos sin resolver o, por contra, es el nuevo héroe del Madrid y toca pedirle perdón.

Manolo