Sin decidir. Había algunos que pensaban que el Barcelona se pasearía por el Manzanares y que la Supercopa se decidiría ya en el encuentro de ida. Pero del choque de ayer quedó algo muy claro: si los azulgrana quieren el título tendrán que pelearlo a muerte. Porque el Atlético, este equipo del Cholo, no regala nada. Si el campeón de Liga quiere un nuevo trofeo tendrá que sudar por conseguirlo. Como lo hizo anoche, cuando se vio contra las cuerdas por el empuje, la presión y la velocidad del conjunto madrileño al contragolpe. Este equipo ya no se siente inferior a nadie. Ya quedó atrás ese tiempo en el que el salía derrotado ante los dos superpoderosos. Ahora podrá perder, pero le mira a los ojos a los otros. El Barcelona tuvo que recurrir a Neymar para nivelar la balanza, mientras el Atlético acabó con canteranos, Gabi, Mario, Óliver y gente de futuro como Leo. Villa, además, respondió y marcó su primer gol oficial de rojiblanco. El primero de los muchos que marcará.
Ambientazo. El Calderón se llenó y en pocos sitios se vive el fútbol con la alegría y la pasión que hay en el feudo rojiblanco. La gente del Atlético está con su equipo y anda deseosa de sentirse partícipe y protagonista de los éxitos de los suyos. Al final del encuentro los seguidores rojiblancos despidieron con aplausos a los suyos. Y eso es lo mejor que le puede pasar a un jugador cuando actúa delante de su afición.
Hermanamiento. Unos 50 aficionados de peñas barcelonistas de Castilla-León pasaron un buen rato con otros 40 seguidores de la peña rojiblanca La Flor de Entrevías (Madrid). Las relaciones entre ambos clubes son buenas y también sucede lo mismo con los aficionados, como lo demostraron estos seguidores. Nico, por parte culé, y Luis Fernando, por la rojiblanca, se desearon lo mejor. Pero una vez que comenzó el partido cada uno sólo tuvo miras para su equipo. Como ha sido siempre. Bonita y sana rivalidad.