Cuatro goles y casi, casi un funeral

Cuatro goles y casi, casi un funeral

Día y noche. Al pletórico triplete de Higuaín, la vuelta al gol de un gran Messi y la goleada a Chile le siguieron la sequía del Pipita, el fastidio de Leo y la histórica derrota ante Venezuela. En apenas cuatro días, Argentina pasó del "ya está, apareció el equipo" al "estos jugadores no paran de comerse técnicos". ¿Ni una cosa ni la otra? Un poquito de la segunda puede ser...

Insólito. La selección argentina insiste, de manera muy peligrosa, en no aprovechar al mejor jugador del mundo. Es cierto que Messi se enredó en su propio mundo en Venezuela, tanto como que no lo ayuda que el equipo use cuatro esquemas tácticos distintos en cuatro partidos y que mire a su espalda y vea, allá lejos, cinco defensores.

Sin rumbo. Desde que José Pekerman dejó la conducción tras el Mundial de Alemania en 2006, Argentina entró en un camino desconcertante. Pasó Alfi o Basile y su equipo de memoria, se sacudió con Maradona y sus extremos, quiso imitar el Barça con Batista y ahora prioriza el orden con Alejandro Sabella. Ningún plan y muchos bomberos que le echaron combustible al fuego.

Frases. "Messi nunca juega mal", dijo Sabella antes de Chile. "Me conformo con ganar medio a cero", avisó el mismo entrenador antes de Venezuela. Tan drástica una frase como temeraria la otra. Es interesante cada mensaje que da Alejandro: igual, a veces debería cuidarse.