Sólo existe un camino: la humildad

Sólo existe un camino: la humildad

Mónaco comenzó a marcar el final de la etapa de Rijkaard en el Camp Nou. Un sensacional equipo en el que ya brotaba el mejor Iniesta, Messi iniciaba su reinado y Xavi ya agarraba los galones para no soltarlos jamás. Peleaba ante la desidia y el empacho de éxito de Ronaldinho y Deco, que no dudaban a enfrentarse de manera orquestada a un Etoo que acabaría enloqueciendo meses después en Vilafranca. Era el principio del fin de un colectivo llamado a ser de oro e histórico, pero al que la falta de humildad condenó a ver cómo el Madrid le pasaba la mano por la cara en España, mientras que en Europa fue la propia selección natural la que los apartó de la gloria.

Al soci Guardiola no le pasó por alto todo aquello. Acababa de formarse como técnico tras charlar en viajes transoceánicos con Bielsa, Lavolpe o el Flaco Menotti, a la vez que seguía empapándose de una sencillez oportuna y válida para el mundo del fútbol. Descartes, padre de la filosofía moderna, dejó como herencia una frase a la humanidad que le viene como anillo al dedo al actual Barça: los más generosos acostumbran a ser los más humildes. Pues eso. Pep Guardiola y el equipo saben que ese es el único camino: otro sería un error.