El sheikh Abdullah bin Nasser Al-Thani compró el Málaga a la familia Sanz por 36 millones de euros (incluyendo la deuda). Era la primera vez que una alta autoridad de un país árabe adquiría en España un club de fútbol. Se desató la ilusión. Este equipo, a lo largo de su historia, ha tenido más reveses que alegrías; descensos dolorosos, una durísima Ley Concursal, desaparición en 1992 del Club Deportivo Málaga, crisis sociales de todo tipo... La llegada de un importante jeque catarí cargado de millones desató una ilusión jamás conocida. El Málaga podía soñar con ser el Chelsea de la Costa del Sol. ¿Alternativa de poder? ¿Y por qué no?

Pero la temporada se complicó. Los nuevos dueños, administradores de más de 30 empresas repartidas por todo el mundo, ignoraban la especificidad del fútbol como juego donde el azar tiene mucho protagonismo y donde es imprescindible acertar con la figura del entrenador. Jesualdo Ferreira fue un desastre total. Convirtió al Málaga en el club más goleado de Europa; a Manuel Pellegrini le costó sacarse la espina que tenía clavada por no haber ganado la Liga con el Real Madrid, pero remontó el vuelo, en las horas más bajas, siendo fiel a sus ideas. El Málaga ha aprendido la lección y el chileno puede partir de cero en su planificación. El club no debe ir de nuevo rico por la vida, pero en verdad es el equipo de moda en el Viejo Continente. Ahora, todo el mundo quiere vestir la camiseta blanquiazul. Antes nadie quería venir. ¿Será que el dinero hace la felicidad?