Lágrimas, la sangre del alma

Lágrimas, la sangre del alma

Febrero de 2009. Nadal acababa de impedir a Federer conseguir su decimocuarto grande, ese que debía igualarle al mito Pete Sampras. Rod Laver, protagonista también en 2011 por ser el último hombre en ganar cuatro torneos del Grand Slam seguidos (y en un año natural), era testigo de la escena. "Quizá vuelva a intentarlo otra vez No lo sé", comenzó a decir el suizo ante millones de ojos. Y rompió a llorar sin consuelo como un niño dentro del cuerpo de un campeón de 27 años. "Dios, esto me está matando", balbuceó. Y corrimos a enterrarlo.

Pero Federer se resistió a caer en el hoyo. "Las lágrimas son la sangre del alma", dijo San Agustín. Y en el alma de este Mozart sin gracia faltaban cosas y volvió a nacer el ansia de rivalizar con Nadal, el gigante que amenazaba con destruirle. Tras moquear en Melbourne, fue capaz de ganar Roland Garros, Wimbledon, y Australia y el Masters el año pasado. Con 29 años, vuelve a ser el gran rival del español, de un Nadal que sabe que está ante otra oportunidad histórica. Y no suele dejarlas escapar El 30 de enero ya han fijado otra cita.