Un dignísimo regreso a la dura Primera
La Real perdió con honor, exprimiendo al Madrid al máximo y dejando una sensación estupenda. Donosti volvió a vibrar con su equipo como merecía, en lo más alto del fútbol español y contra el equipo más laureado. Da gusto comprobar que la reconstrucción de este club es una realidad. Ha tenido que ser un uruguayo con raíces vascas, Martín Lasarte, el que haya entendido la filosofía de la entidad, basada en el amor a la camiseta, el juego noble y la cantera.
Todos esos ingredientes exhibió sobre el campo el conjunto txuri-urdin. Sólo una genialidad de Di María y un rebote de Pepe pudieron hundir la ilusión de un equipo orgulloso y que debe mantener esta línea para salvarse. Pese a la buena imagen mostrada tampoco se debe olvidar que la Real acaba de subir a Primera después de tres duros años en los que sufrió todo tipo de penurias. La permanencia debe ser el primer objetivo, por muy buen partido que completaran ayer los donostiarras. Las claras ocasiones de Griezmann y Tamudo y la mano salvadora de Casillas fueron los mayores sustos que ha sufrido Mourinho esta temporada (hasta él reconoció que la Real mereció el empate), y eso ya es mucho decir. De azul y blanco, corajuda y entregada, siempre digna, la Real ha vuelto. Y lo ha hecho para quedarse.