Jesús es un espejo para los jóvenes

Jesús es un espejo para los jóvenes

Jesús España es el espejo en el que deberían mirarse los jóvenes atletas que aspiran a llegar lejos en el mediofondo y fondo. Es un extraordinario competidor y una excelente persona. Ni en la pista ni fuera de ella se le conocen actitudes fuera de lugar. Ganó hace cuatro años en Gotemburgo el título europeo de los 5.000 metros ante el británico de origen somalí Mo Farah, y ayer lo perdió ante el mismo corredor en el estadio de Montjuïc. Y, tanto en la victoria como en la derrota, se mostró como lo que es: un auténtico deportista. No busca el protagonismo en los medios informativos, pero ni rehúye ninguna entrevista, en las que se muestra siempre comedido, prudente, inteligente, correcto hasta el extremo. Los triunfos de Jesús España (y un triunfo es proclamarse subcampeón continental ante un africano pulido en Inglaterra) son los triunfos de un atleta modesto y trabajador, que no tiene carisma porque no lo quiere tener, ni lo necesita.

Jesús España es un atleta de una calidad inmensa, capaz de aguantar ritmos muy altos y de responder con finales demoledores. Un final que esta vez no pudo hacer valer ante un atleta en estado de gracia como es Farah. Si mantiene sus planes, Jesús España competirá ahora en alguno de los mítines que se celebrarán este mes en Europa. Su intención es buscar el récord nacional, que tiene Alemayehu Bezabeh, español nacido en Addis Abeba y que vive allí casi siempre. Y el secreto de ese récord, si lo hace, será el trabajo en la sombra, la profesionalidad y la responsabilidad. Sí, un ejemplo.