¡Rufeeeeete, Rufeeeeete, Rufeeeeete!

¡Rufeeeeete, Rufeeeeete, Rufeeeeete!

Alex Mc Leish, técnico del Birmingham, debe estar golpeándose la cabeza contra la pared sin parar. Perdió su apuesta para la banda derecha. Esta semana debía ser la decisiva para decidirse por el alicantino. Dijo a su círculo más íntimo que le agradaba su fuerza, que admiraba su compromiso y que valoraba, ante todo, la profesionalidad que había demostrado en todos sus años en la elite. El escocés sabe de qué va esto e iba a lo seguro. No quería arriesgar a probar con otros nombres en su regreso a la Premier. Pero se quedó con las ganas. Valentín Botella y Paquito contactaron con el entorno del futbolista. Querían que siguiera de blanquiazul y en el Mediterráneo, pero con el escudo del Hércules en el pecho. Un lujo para todos, sin duda.

Lo que ha dejado Rufete en Barcelona es para enmarcar. Su recuerdo nunca será olvidado por los pericos, tan animosos desde la grada como sufridores cuando arropan a los suyos. Para ellos Rufo viene a ser como una especie de Dios, una pausa en el estrés, un seguro en sus reflexiones y un tipo con credibilidad en su discurso, siempre constructivo, por cierto. Un ejemplo, vamos. Y para todos ustedes será algo similar, ya verán. Fue impactante escuchar la pasada temporada en Mestalla y La Rosaleda corear su nombre, pese a ser un rival. Y cuando vinieron al Olímpic, lo mismo. Él cree en el proyecto, como el club valoró su compromiso. En Cornellà-El Prat ya le esperan para alentarle y agradecer todo lo que hizo con un grito: ¡Rufeeete, Rufeeete, Rufeeete...!