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Hearst: "Yo hago las noticias"

Podría haber sido el lema de su escudo nobiliario, si lo hubiera tenido, el dueño de un peculiar castillo que acabo de visitar en lo alto de una colina a medio camino entre Los Ángeles y San Francisco. Hoy, San Simeón, que así es conocido este mastodóntico ejemplo de pastiche artístico hecho a golpe de dólares, está catalogado como Monumento Histórico del estado de California, abierto al público. Su creador fue William Randolph Hearst, un magnate de la prensa norteamericana en la primera mitad del siglo XX, que Orson Welles tomó como inspiración para crear a su inmortal Ciudadano Kane. Como el ya mítico Xanadú cinematográfico, este castillo extravagante nació del compulsivo afán por poseer y rodearse de obras de arte de Hearst, quien llegó a comprar el segoviano monasterio cisterciense de Santa María y trasladarlo, piedra a piedra, hasta su palacio.

En su finca de 40.000 hectáreas, tenía un nutrido zoo con elefantes y cebras, y varias edificaciones adornadas con miles de obras de arte, como estatuas egipcias de 3.000 años de antigüedad. El magnate, que debía tener un ego que no cabía en el ascensor, dormía en una cama que perteneció al cardenal Richelieu. El estupor te embarga cuando recorres este lugar poblado de objetos de Italia, Inglaterra y España, vendidos a precio de ganga y arrebatados de iglesias y palacios. La piscina, que incluye partes de edificios griegos y romanos, y con vistas al Pacífico, es un monumento al poder del dinero, que no al buen gusto.

La relación de Hearts con España no se limitó al expolio de su tesoro artístico. La semana pasada, a propósito de la estupenda red de Parques Nacionales estadounidenses, hablaba del presidente Theodor Roosevelt, aliado de Hearst en su plan para declarar la guerra a España en 1898. Los periódicos dominados por Hearst jalearon la teoría de que había sido nuestro país el culpable del hundimiento del acorazado norteamericano Maine, fondeado frente a La Habana. La explosiva mezcla de amarillismo y nacionalismo urdida por Hearst con sus periódicos surtió el efecto deseado, desembocando en un conflicto que culminó con el fin del poderío colonial español. "Yo hago las noticias", decía Hearst. El ejemplo de Hearst algo debería enseñarnos sobre el poder de los medios de comunicación: cuando no dan noticias, sino que las fabrican, algo muy importante está fracasando en nuestra sociedad.

Sebastián Álvaro es creador de 'Al Filo de lo Imposible'.