Compañeros de viaje en el Beagle
El Libro, el Libro!", gritaba desaforadamente mientras recorría el salón del Museo Zoológico de Oxford sosteniendo en alto una Biblia. Así mostraba un caballero su indignación ante la revolucionaria teoría que acaba de exponerse allí mismo acerca del verdadero origen de las especies y que ponía en serio entredicho lo afirmado en las Sagradas Escrituras. Se trataba de Robert Fitz Roy y quien había despertado su ira con tan herética teoría no le era en absoluto desconocido; es más, habían navegado juntos durante cinco años alrededor del mundo. Su nombre: Charles Darwin. Aquel 30 de junio de 1860, Fitz Roy se alineó entre los más acérrimos oponentes de quien fuera su compañero de singladuras, casi treinta años atrás. Este 2009 recién estrenado ha sido declarado el "año Darwin", pues celebramos el segundo centenario del nacimiento del padre de una auténtica revolución en nuestro pensamiento, así que es de prever que abundarán los actos y publicaciones sobre el padre de la Teoría de la Evolución y de cómo llegó a poder formularla.
Uno de los personajes secundarios fundamentales en esa historia que cambiaría el mundo es, sin duda, Robert Fitz Roy. Fue su decisión la que permitió que un jovencísimo Charles Darwin (contaba 22 años) fuese admitido a bordo del Beagle, un buque de investigación naval bajo su mando que estaba a punto de partir para dar la vuelta al mundo. Fitz Roy era igualmente joven, 25 años, algo peculiar de carácter y quería alguien de su nivel social con quien atenuar la soledad y los sinsabores de una travesía tan larga y azarosa. De hecho, el anterior capitán del Beagle, bajo cuyo mando había servido Fitz Roy, se había levantado la tapa de los sesos derrotado anímicamente por las dificultades de navegar por el Cabo de Hornos y Tierra de Fuego. Otro elemento a favor de Darwin fue, a ojos del capitán Fitz Roy, su sólida formación eclesiástica, pues quería aprovechar el viaje para recolectar pruebas que sustentasen una interpretación literal bíblica de la creación. No podía imaginar el capitán Fitz Roy que lo que traería en sus bodegas ayudaría a su compañero de viaje a formular una teoría completamente opuesta, contra la que clamaría, Biblia en mano, mucho años después. Esa colaboración leal es la que simboliza el poder de la ciencia. La verdad es que yo también he tenido compañeros así. Sin embargo, a este aparente "malo" de la historia le debemos cosas importantes: su exitosa carrera como marino, el propio viaje del Beagle recorriendo canales y fiordos de Patagonia y Tierra de Fuego (que luego se supo que habían sido navegados dos siglos antes por Juan Ladrillero). Una de las más bellas montañas patagónicas lleva su nombre.
Tras otra carrera política algo menos brillante, Fitz Roy se dedicó a la meteorología con gran éxito. Sistematizó la recogida de datos relacionados con el clima y también desarrolló un tipo de barómetro y un sistema de aviso de tormentas que se convertiría en la base de los actuales partes meteorológicos. Compañeros de viaje y oponentes en lo intelectual, Darwin y Fitz Roy simbolizan un momento crucial en la historia del pensamiento, y de la navegación, tras el que nuestra forma de entender el mundo y quiénes somos cambiaría para siempre.
Sebastián Álvaro, creador de Al Filo de lo Imposible.