Del Bosque demostró ayer buena vista. Está al tanto del gran momento mental y de juego de Fernando Llorente. De otra manera, parecería impropio citar al delantero del anteúltimo equipo de la Liga, máxime cuando sólo ha marcado dos goles. Pero es que el riojano se encuentra muy por encima del actual fútbol del Athletic. Sus últimos partidazos ante Real Madrid y Mallorca dan prueba de ello. El nueve elegante que ya se conocía se ha transformado en un líder, en una bestia en el juego aéreo. Cabían serias dudas de si sería capaz de aprovechar sus 193 centímetros algún día. San Mamés se había acostumbrado a Urzaiz, una mezcla de caviar y ciclón en el remate, y Llorente se antojaba pusilánime. Estuvo a punto de perderse entre los precipitados pitos de la grada y los reproches de un tal Clemente. Ahora da miedo a los centrales.

Por esa simple virtud, Llorente puede ser ya un desatascador muy válido para la Selección, un recurso diferente a los Villa y Torres. El del Liverpool es un gran amigo de generación, coinciden en nombre... y ¡hasta en apellido! Llorente, Torres por parte de madre, no tendrá problemas para mezclar balones con Xavi, Cazorla y quien haga falta. Ten Cate ya se lo quiso llevar al Ajax y dejó su nombre en el Chelsea. La Premier se asoma un día sí y otro también a La Catedral. Mientras, soporta tira del carro de un Athletic agobiado. Sin ir más lejos, lanzó el penalti que dio el pase copero en Huelva. Nunca antes se había ido a los once metros. Triunfará.