Hace dos semanas, Luis Aragonés me comentó en Viena que no sólo pensaba cumplir los años que ha firmado con el Fenerbahçe, sino que iba a tratar de despedirse de los banquillos con otro título. "Tengo 70 años y con la aventura turca terminará mi carrera. Si me echan me tendrán que pagar íntegro el contrato. Pero si me dejan trabajar pondré al 'Fener' en lo más alto". Desde agosto de 2005 no había escuchado un reto mayor. Fue cuando Piterman, en una cena en Montecarlo, me confesó con Gento de testigo, que haría campeón de Liga al Alavés. Me creo más lo de Luis, sinceramente.

Luis está tocado, pero no hundido. Echarle vale un dineral que no le sobra a los turcos. Y sabido es que Aragonés no renuncia a lo suyo. Antes de caer en Estambul se dejará caer por Las Rozas. Puede que lo haga un día de éstos para firmar las nóminas que aún tiene pendientes de su etapa como seleccionador y el finiquito con la Federación, que tampoco dejó resuelto. Me viene a la cabeza que su plan era rendir visita a la FEF esta semana, justo cuando está allí la Selección. Ya sería casualidad. Pero los duendecillos del fútbol son los más traviesos.