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Sobrevivir al mar es una hazaña

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Allá por el 15 de noviembre pasado, Lucio, Salvador, Jesús y dos amigos más zarparon en su lanchita desde su pueblo de San Blas, en la costa mexicana. Iniciaban una jornada más de pesca. Nueve meses después han sido rescatados cerca de las islas Marshall, al noroeste de Australia. Sólo los tres primeros han conseguido sobrevivir al todopoderoso océano Pacífico a fuerza de peces crudos, algún incauto pájaro que se posaba en su barca, el agua de lluvia y una fuerza de voluntad y un coraje decisivos a la hora de conseguirlo. Sólo ellos, y la abuela de Lucio que se negó en redondo a que se celebrara una misa funeral por los desaparecidos, creyeron que podrían salvarse. La mar como la montaña son lugares sin domesticar, afortunadamente, y donde para sobrevivir es necesario sacar lo mejor de uno mismo. Como muy bien dice Arturo Pérez-Reverte, el mar "...es un sitio muy perro, muy difícil, que mata a los imbéciles. Si eres buen marino te tolerará y aunque cumplas las reglas el mar te matará si quiere... El mar te pone a prueba, te obliga a sacar lo mejor de ti: el valor, la resistencia, la tenacidad, el sentido común..." .

Muy, muy al sur de donde han sido encontrados los pescadores mexicanos, y hace algo menos de cien años un puñado de desesperados se lanzaban a las fauces del Atlántico Sur en busca de una salvación a todas luces improbable. Seis hombres, encabezados por Ernest Shackleton (en la imagen), desafiaban 1.500 km del mar más tormentoso y perro, para alcanzar la isla Georgia del Sur, en un salvavidas de tres metros de eslora. Sólo tenían un sextante y un cronómetro con los que pudieron hacer unas mediciones para acertar con una minúscula isla perdida. Tardaron 16 días en llegar. Shackleton hoy es reivindicado como un ejemplo de líder. Pero me gustaría destacar a algunos de los otros héroes anónimos de aquella aventura, como Worsley, el capitán que supo navegar con un cascarón de nuez y llevarles a salvo a Georgia. O Tom Crean, leal hasta el final y que llegaría a tiempo de alistarse voluntario en la Primera Guerra Mundial. O el animoso McCarthy que todas las mañanas daba el relevo a Shackleton, pegado por el hielo al timón, exclamando "¡Hoy es un excelente día, señor!". Shackleton está enterrado en la Georgia del Sur y en su tumba figura una frase de un poeta romántico que resume su gesta y la de los pescadores mexicanos: "Un hombre debe estar dispuesto a luchar hasta el final por lo que desea en la vida".