En estos días en los que el ciclismo ha vuelto a perder credibilidad se hace difícil hablar de algo que no sean los escándalos. Mas el ciclismo, afortunadamente, continúa adelante y, por los continuos avisos a navegantes, ojalá que cada vez más limpio. Hoy empieza la Dauphiné, donde Valverde entrará de nuevo en escena. Ahí mostrará los efectos de su segunda puesta a punto del año. La primera resultó magnífica. Sin prepararse al 100% y debido, por tanto, a su calidad natural, ganó la Lieja-Bastoña-Lieja, la Flecha Valona y sendas etapas de las vueltas al País Vasco y Romandía. Eso es lo que distingue a los escogidos del resto. Un superclase no siempre necesita alcanzar la máxima plenitud para ganar carreras.

Si Valverde, con una preparación dirigida a competir al 90% lo hizo como si estuviera al 100%, ¿qué será capaz de hacer cuando haya alcanzado el pico máximo de forma, reservado para el Tour? Es difícil de predecir. Pero algo tiene a favor. Sus límites aún están por descubrir, mientras que los de quienes serán sus rivales sí sabemos dónde están. Basso, después de la exhibición que ha dado en el Giro, será difícil que vaya a m Ullrich se ha limitado a probarse sin dar miedo. Valverde comenzará su ajuste fino en la Dauphiné para llegar al Tour a punto. Basso y Ullrich lo harán forzosamente más desgastados; además, sus nombres están en boca de todos tras la Operación Puerto. Pero dije que iba a hablar sólo de ciclismo, así que punto final.