¡Qué grande es la Fórmula 1!

¡Qué grande es la Fórmula 1!

Nada le falta al guión: un piloto universal, un joven campeón que se le sube a las barbas, un escenario de cuento de hadas y, por si le faltara algo, el capítulo de hoy se inicia con un pique colosal entre los protagonistas, que vaya usted a saber cómo acabará. Uno es maestro en las malas artes, lo demostró ayer; el otro comienza a hartarse de sus artimañas. El desenlace es imprevisible. Incluso hasta puede que cambien las cosas antes de la carrera. El guión no tiene escrito aún el final. Es lo que hace grande la Fórmula 1. Si en la carrera más aburrida la atención es máxima, pues jamás se puede adivinar lo que está por suceder, en la de hoy es suprema: un circuito diabólico y dos pilotos que las circunstancias les van a convertir en temerarios.

El Gran Premio de Mónaco ya es por sí solo uno de las más vistos de todo el año. Será por el glamour, por la leyenda, porque se salta todas las normas de seguridad exigidas en otros circuitos, el caso es que la carrera de Mónaco es única. Pues si a todo esto le añadimos un Schumacher humillado pero deseando venganza por la decisión de los jueces y un Alonso que ni le va a perdonar ni olvidar lo que ayer le hizo, tenemos ya todos los ingredientes para que de nuevo seamos millones los españoles que sigamos la F-1. Porque mucho glamour, mucha ingeniería, mucho ordenador, pero a la hora de la verdad no son más que dos pilotos dispuestos a jugársela de verdad a casi 300 por hora, y esta vez por las calles de una ciudad.