Los ciclistas se esconden

Los ciclistas se esconden

Hay doscientas bolsas de sangre incautadas por la Guardia Civil. Doscientas bolsas de sangre con un código que esconde un nombre y unos apellidos. Doscientas bolsas con sangre enriquecida vaya usted a saber con qué -Manzano reveló que se llegaba a utilizar plasma animal- para metérsela al tramposo cuando notara una merma en su resistencia. Doscientas bolsas que pertenecen a no menos de un centenar de gentes que se hacen llamar deportistas. Se supone que, conociendo la cartera de Eufemiano Fuentes y su cita con Manuel Saiz y Merino, el contenido de las bolsas pertenece mayoritariamente a ciclistas, atletas también y algún que otro futbolista. Pues nadie parece querer saber de quiénes son las bolsas.

Yo al menos si fuera deportista de élite, limpio por supuesto, pediría formalmente conocer los nombres. Para desenmascarar a quienes están compitiendo contra mí con enga también, para lavar mi imagen, pues los hechos conducen a pensar que el dopaje es práctica común, sabiendo además que Fuentes no es ni mucho menos el único gurú que tenemos. Pues ni un solo ciclista, ni un solo deportista, parece sentirse damnificado ante la sospecha generalizada. ¿Es que aquí no hay nadie limpio? ¿Es que a nadie se le cae la cara de vergüenza? ¿No es el momento para que aparezcan más Manzanos? ¿Para que los ciclistas puedan empezar a mirar de frente? Miedo da pensar por qué después de cada escándalo viene tanto silencio.