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Yogui lo sabía, el Movistar lo sabía, todos lo sabían...

Cenando en Río de Janeiro con la tripulación del Piratas del Caribe-Pescanova, uno de sus tripulantes más experimentados, el neozelandés Justin Yogui Clougher, campeón de la Volvo Ocean Race en la edición 97-98, me advirtió que "se está jugando al límite. Nunca antes nos habían obligado a subir a unas metas volantes para impedir que se bajara al Sur y se evitarán los temporales. Eso quiere decir algo. No es que la gente tenga miedo, pero estamos alerta. Estos barcos van al límite, nunca antes se habían construido monocascos capaces de navegar a la misma velocidad que el viento. La gente sabe que el barco es frágil y cuando venga un tiempo duro lo vamos a pasar mal. No temo por mi vida, pero no debo olvidar que en casa me esperan dos niños".

Clougher, un tipo simpático y dicharachero nacido en el Mar de Tasmania acumula unas cuantas vueltas al mundo. Por esos sus palabras eran dignas de tenerse en cuenta. Su patrón, Paul Cayard, se pronunciaba en términos parecidos. Había ejemplos: El Movistar casi se hunde tras pasar el Cabo de Hornos. En las últimas horas el mar se ha cobrado la vida de Horrevoets y el Movistar es abandonado porque se va a pique. Su tripulación ha vivido horas infernales tras embarcar en el ABN 2 con una tripulación rota por el dolor tras perder a su compañero. Yogui llevaba razón. El mar suele cobrarse un precio. El del ABN fue humano, el del Movistar sólo material. Gracias a Dios.