El circo a 8.000 metros
Regreso de Katmandú con dos fastidiosas sensaciones: que el pueblo nepalí es uno de los más desgraciados de la Tierra, el único que me sigue pareciendo igual de miserable que hace 20 años; que, una temporada más, el Everestse va a transformar en un circo de tres pistas. En unos días, más de cuarenta expediciones se afanarán en recorrer la ruta normal de la cara sur, llenándola de cuerdas y botellas de oxígeno. Algo que tiene que ver con la contaminación creciente que está sufriendo la montaña y con el lamentable espectáculo de ver a individuos, que nada tienen que ver con el mundo de la escalada, arrastrándose por el glaciar del Khumbu, ayudados por los serpas.
Mientras nos encontrábamos en una terraza de Katmandú se nos acercó uno de esos personajes que parecen extraídos de una novela de Kipling. Un británico de 80 años, miembro del glorioso Alpine Club, "un selecto club de caballeros que ocasionalmente escalan", como fue definido por uno de sus fundadores, y que en 1958 ya había estado en Nepal intentando escalar una gran montaña. Era amigo, del gran Eric Shipton y de Joe Brow, el primero en ascender al Kanchenjunga, la montaña a la que nuestro grupo se dirige ahora. Durante dos horas asistimos en silencio a una clase de montañismo tradicional. Estaba horrorizado con esa gente que intenta escalar el Everest y que, en sus palabras, "ni han escalado antes, ni volverán a escalar después". En su opinión, este circo sólo se terminaría prohibiendo o limitando el uso de botellas de oxígeno. Pero en este momento no parece que las autoridades de Nepal quieran reducir la única fuente que les aporta divisas.
Sólo hay una probabilidad, a día de hoy, de ser alpinista y escalar el Everest: hacerlo sin llevar botellas a la espalda y/o intentar alguna ruta diferente. El inglés y nosotros intentamos entrever las aportaciones positivas del circo del Everest. Estuvimos hablando de la expedición británica que va a intentar la cara este del Khunsung, una vertiente salvaje y peligrosa en la que estarán solos. Una gran aventura en una gran montaña. El verdadero Everest. Estos británicos nos devuelven la fe en que el espíritu de Mallory o Messner no ha sido desterrado de la montaña más alta del mundo.
Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'