Nuvolari, el más rápido de la tierra
Fernando Alonso ha volado esta pretemporada, tanto que alguna celebridad de la F-1 (creo que ha sido Stirling Moss) ya le ha bautizado como el nuevo Schumacher. Del alemán alguien dijo que era el sucesor Ayrton Senna y a éste nadie dudó en bautizarle como el heredero de Juan Manuel Fangio. ¿Fue 'El Chueco' el primer rey del automovilismo? Yo pienso que no, que el primogénito de esta saga de conductores se llama Tazio Nuvolari, el gran héroe de la prehistoria del motor y un desconocido de los aficionados de hoy en día. Nuvolari, conocido como 'Il Campionissimo' y catalogado por Ferdinand Porsche como "el más grande piloto del pasado, presente y futuro", fue el primer Surtees (campeón del mundo de motociclismo y Fórmula 1) que existió, aunque nunca se le ha reconocido como tal ya que en aquella época, los años anteriores a la II Guerra Mundial, no existían oficialmente los mundiales de motos y coches.
Era pequeño y muy maniático. Siempre vestía un pantalón azul marino con un jersey amarillo adornado con una tortuga dorada, su mascota, que le regaló el poeta italiano Gabriele D'Annuzio. "Para el hombre más rápido de la tierra, el animal más lento", le dijo cuando se la entregó. No probaba la carne y era alérgico al humo de los motores, lo que le provocaba acabar muchas carreras sangrando por la boca y la nariz. En su faceta de motorista, en 1923 ya era campeón de Italia de 500cc y ganó en Monza el GP de las Naciones (el circuito más veloz para la carrera más importante del año) de 1925 a 1928. En el circuito de Lario de 1925 a 1930. Y en los de Ostiense, Recanati, Lodi, Adriático, Helvia Recina, Verona, Vercelli... Su conducción, dentro de lo que permitían las motos de aquellos tiempos, era terriblemente agresiva. Fue el más grande de la década de los veinte A partir de 1930 decidió dedicarse con exclusividad al automovilismo.
Con las cuatro ruedas batió todos los record. Disputó 277 carreras y ganó 107, entre las que destacan los grandes premios de Italia (tres), Mónaco, Bélgica, Alemania, la Mile Miglia (dos) o las 24 Horas de Le Mans. A cualquiera de estas carreras, tal y como se disputaban en aquella época, les podemos dar el rango de mundiales. Enzo Ferrari le contrató para llevar el Alfa P2 y le dio su primera victoria como jefe de la 'Scudería'. Le consideraba un loco por como conducía. Lo hacía de forma diferente a todos, fue el primero en utilizar el arte del derrapaje en las curvas.
Ferrari decía que parecía esquiar sobre el asfalto. Piensen en la complejidad de realizar esta suerte con las ruedas y amortiguaciones de la época. Tenía una virtud que hasta ahora nadie ha igualado: la capacidad de sufrimiento. Era un luchador inagotable, nunca daba una carrera por perdida. Para él la mayor derrota era retirarse. Si era necesario empujaba el coche hasta el desmayo, como le ocurrió en Mónaco, conducía durante vueltas sin volante guiando el coche con la barra de la dirección, con tres ruedas, sin luces (en este caso para engañar a sus rivales) con la pierna enyesada o las costillas rotas.
Su leyenda era mayor a medida que realizaba más heroicidades de este tipo, aunque perdiese. Cuentan que un alto mando alemán le preguntó: "¿Usted es consciente de que conduciendo así algún día morirá en el circuito?" "¿Y usted dónde cree que morirá", le contestó Nuvolari. "¡Espero que en la cama!", le dijo con sorna el alemán. "¿Y no se pone nervioso cuando usted va a dormir?", replicó el mantovano. Tras la guerra, Nuvolari reapareció logrando quedar segundo en la Mile Miglia de 1947, a los 55 años de edad. Espero que después de leer estas líneas ya nadie deje de citar a Nuvolari entre los más grandes de la historia, el padre del tatarabuelo de Fernando Alonso.