Del miedo al pánico escénico

Del miedo al pánico escénico

Si el fútbol tuviera un infierno estaría en Turquía. En eso coinciden muchos de los jugadores y entrenadores que cada temporada encuentran un rival turco en el bombo de la Champions. Pasar una eliminatoria contra esos equipos y esos públicos tiene un plus. Y Suiza, con su partidazo en Estambul, demostró que ya no es esa selección inocente y facilona de otros tiempos. Tiene fútbol y también coraje, como demostró en la repesca mundialista. Aviso a navegantes: Suiza no será un chollo en Alemania 2006.

Los turcos son temibles porque animan a su equipo a la vez que intimidan al rival. Allí el miedo escénico se convierte en pánico escénico. Pero lo cierto es que, excepción hecha de los sucesos del estadio Sükrü Saraçoglu, no van más allá. Es un público tan caliente como fiel al que hay que sobreponerse con buen fútbol y agallas. Un día en Estambul, con motivo de la última final de la Copa de Europa entre el Liverpool y el Milán, me contó Taifún, ex de la Real y del Espanyol, que el público turco se había puesto de parte de los reds en esa final por la simple razón de que "animan a su equipo como nosotros a los nuestros, con el corazón".