El mar exige humildad

El mar exige humildad

El hombre ha vuelto a desafiar al mar en la Vuelta al Mundo de vela. A las primeras de cambio, cinco de los siete barcos navegan con problemas o han buscado el refugio de los puertos ante las graves averías estructurales. Da la impresión de que el hombre ha pecado de soberbia ante una colosal fuerza de la naturaleza como es el mar, que sin necesidad de tormentas ni grandes borrascas ha dejado maltrecha la flota. Porque no se trata sólo de dar la vuelta al mundo, sino de ganarla. Y en esta lucha tecnológica de rebajar peso para hacer el barco más rápido, a saber hasta qué extremos se han llegado. Los ordenadores serán capaces de llevar al hombre a la luna, pero no de vencer al mar cuando se sobrepasan unos límites.

Al mar, dicen los marinos, hay que salir siempre con humildad. En la Sydney-Hobart de 1998 la flota despreció la fuerza de una tormenta y la regata acabó en tragedia. Si sólo hubo seis víctimas fue gracias a que los helicópteros llegaron a tiempo para rescatar a 58 tripulantes de los 14 barcos que naufragaron. Muchas de estas embarcaciones eran de última generación, rapidísimas, construidas para ganar la regata. Quizá por eso no pudieron aguantar las embestidas de las olas y el viento. En cambio otros barcos más antiguos, de madera incluso, que participaban sin más objetivo que el de llegar a Hobart pudieron refugiarse en puertos próximos. En el mar la velocidad está reñida con la seguridad. Si se plantea el reto, el mar lleva todas las de ganar.