En la pasada temporada el balonmano logró superar en audiencia a la liga ACB dos fines de semana. Fueron los partidos de semifinales entre el Ciudad Real y el Montpellier. Serían, eso sí, partidos de Champions, pero los de la ACB no estaban nada mal: Joventut-Estudiantes y Barcelona-Pamesa, correspondientes además al tramo final de la liga. Por mucha Champions que fuera, las competiciones de clubes de balonmano nunca han sido rival para el baloncesto en cuestión de audiencias. Pues comienzan a serlo. El pasado fin de semana, el Portland-Zagreb de la liguilla de Champions sólo tuvo mil telespectadores menos (466.000) que el Joventut-Tau y 1,1 puntos más de share (5,2), que es lo que cuenta en las audiencias.

El balonmano mantiene una ligera línea al alza que le permite escalar posiciones en cuanto los deportes que están por delante decaen. Ahora vuelve a ser el baloncesto, esta vez a las primeras de cambio, a consecuencia de que el interés de la ACB sigue estando bajo mínimos. Los clubes comienzan a darse cuenta de ello y ya no son ni uno ni dos los que en voz baja comienzan a criticar la falta de soluciones. Pues las tienen en su mano. La ACB la componen 18 clubes y con 10 que se lo propusieran cambian cuanto quieran. Hasta el tedioso sistema de competición, principal causa del desinterés. Pero les resulta tan cómodo... Perder 15 partidos no supone ninguna crisis. Les permite entrar en los playoff y hasta ganar la liga. Así nunca hay crisis.