Los pilotos, como los toreros

Los pilotos, como los toreros

Jorge Lorenzo sale hoy primero en Assen. Hace dos domingos se rompió la clavícula en una caída. Le pusieron una placa de titanio y siete tornillos. Con ellos puestos, quizá ya de por vida si no siente molestias, se subió a la moto el jueves. Hizo el segundo mejor tiempo en la primera sesión de entrenamientos; ayer, la pole. Por delante de Porto, por delante de Dani Pedrosa, que es el campeón y que va camino de serlo otra vez. Estas cosas sólo se pueden hacer cuando se tienen 18 años y se es, además, piloto. Una caída, una fractura, una operación, es para un piloto como una cornada para los toreros. Si no es grave, ni se miran. Y si lo es, pasan por el quirófano y a la semana siguiente ya están de nuevo metidos en faena.

Lorenzo se ha roto tres veces las clavículas y una la muñeca. Con 18 años y en su cuarta temporada como piloto, ya ha sufrido 21 caídas. Lorenzo debutó en el Mundial con 15 años y un día y tiene hambre de triunfos. Como es piloto de casta, todo corazón, y quiere comerse a Pedrosa, arriesga. Cada vez que se sube a la moto lo hace sobremotivado, porque Pedrosa es el rival a ganar. No porque sea el campeón, sino porque no le cae particularmente bien ni él ni su entorno. Por eso Lorenzo es capaz de hacer lo que hace. Aunque entre los pilotos hay precedentes. Crivillé ganó una carrera diez días después de romperse una clavícula y Fonsi Nieto corrió una vez con los pies rotos. Los pilotos son así. Como los toreros. Hechos de otra pasta.