Un lamparón en una gran tarde

Un lamparón en una gran tarde

"La reacción del público no fue la correcta para una nación que pretende organizar los Juegos de 2012" publica L'Equipe, recogiendo las palabras de Marc Raquil, uno de los componentes del equipo francés de relevos, a quienes el público del Palacio de los Deportes impidió dar la vuelta de honor tras su triunfo. Primero, con una bronca enorme, y después con el lanzamiento de objetos. Ciertamente, fue un lamparón en una tarde magnífica. El público la tomó contra los franceses porque pudo, en un primer momento, creer que en nuestra pugna con ellos nos habían tirado, pero enseguida la pantalla de vídeo del Palacio mostró que la culpa había sido de los polacos. Tal es así que también el equipo francés casi se va al suelo.

Al público no le valió el testimonio gráfico ni tampoco las palabras del locutor, que advertía, ante el cariz que tomaba el abucheo, de que el relevo francés no había tenido culpa alguna. Peor que la protesta fue el empecinamiento en el error. Si, al advertirlo, el público hubiera cambiado la bronca por el aplauso, hoy estaríamos dando ejemplo de caballerosidad deportiva. Son detalles que se deben cuidar y al que el mundo olímpico concede gran importancia, pues repercuten en el desarrollo de los Juegos. Público entusiasta y entregado como el de Madrid, sí, pero sin que su soberanía y su pasión lleguen al extremo de quitarle la razón. Para no dar lugar a nadie de decir que los Juegos no nos los merecemos.