En la sección de baloncesto del Barcelona ha estallado la crisis. Estalla ahora que las derrotas se acumulan y que el jueves recibe al Madrid en la Euroliga. Como este partido hay que ganarlo, se ha cambiado al entrenador. Es el camino más corto para propiciar la reacción. Pero la crisis no viene de ahora. Viene desde que Laporta accedió a la presidencia del club. Gaspart había invertido una fortuna en el equipo de baloncesto, ganó la Liga, la Copa y la Euroliga en una misma temporada, pero llegaron las elecciones y se encontró con el rechazo de la masa social. Laporta comprobó que los títulos en baloncesto importaban poco y costaban mucho. Su decisión de parar las inversiones en el baloncesto fue inmediata.

Laporta hizo las mismas cuentas que en su día echó Florentino. Para ganar hacían falta jugadores cuyos contratos superaban a algunos de la plantilla de fútbol. El presupuesto se podía ir a los veinte millones, a cambio de ingresar seis. Competiría, además, en desventaja contra clubes que se endeudan con desahogo al estar financiados con dinero público. Así que cerró el grifo para el baloncesto. Tendría que competir con lo que tuviera. Y lo que tiene son cinco de los tricampeones, pero Bodiroga ya con 31 años, Fucka con 33, Dueñas machacado, Navarro en baja y De la Fuente haciendo lo que puede. Se fueron Jasikevicius y Femerling y ahora encontramos a Zizic y Davis. Ni Montes tiene la culpa de la crisis ni la tendrá Flores.