Absurdas muertes prematuras

Absurdas muertes prematuras

Knetemann murió el martes de un paro cardíaco. Tenía 53 años. Su fallecimiento no se puede relacionar con la ingesta de doping en tiempos pasados mientras no haya pruebas. Sin embargo, en su época de corredor, años 70 y 80, los fármacos corrían con muy escaso control. Así lo atestiguan dos corredores de su época, Sarrapio y Urrutibeazcoa. Un ciclista claro que se puede morir de una afección cardíaca. O de cáncer. O de pancreatitis. Hasta se puede suicidar sin que por ello el origen de sus males sea necesariamente el doping. Nadie, por el hecho de haber sido deportista de élite, adquiere un seguro de vida. Pero hay estudios publicados de que correr una maratón, por ejemplo, protege al corazón durante los siguientes siete años.

Cualquier ex ciclista podrá presentar secuelas óseas o musculares, pero la práctica tanto tiempo de un deporte aeróbico debiera situarle muy por encima de la media en cuanto a esperanza de vida al haber revitalizado con el ejercicio sus órganos vitales. Sin embargo ya ha habido 40 muertes prematuras con una edad media de 37 años. Ocho de los casos se han producido en 2003 y 2004. ¿Cuántas personas conoce que en los dos últimos años hayan muerto inesperadamente? El ciclismo, así, se sitúa por encima de cualquier estadística. Como cuando en los Juegos de Sydney el 45% de los corredores se declararon asmáticos para utilizar broncodilatadores. ¿Hasta cuándo va a seguir negando el ciclismo la evidencia?