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Séptimo grado, la revolución

Sebastián Álvaro es director del programa Al filo de lo Imposible de Televisión Española.

Corrían finales de los años 70 del pasado siglo cuando una revolución se ponía en marcha sobre las tersas paredes graníticas de Yoshemite. Eran aquellos tiempos agitados en los que se reclamaban cambios tajantes de muchas formas, desde el movimiento hippy hasta las movilizaciones obreras y estudiantiles que tomaron las calles de occidente. Y, de repente, todo aquello eclosionó, transformando nuestra mirada hacia la naturaleza y las grandes paredes de la Tierra.

Un puñado de aquellos jóvenes se enfrentaron a la pared mítica del Capitán casi con las manos desnudas. Lideraban una revolución que abominaba de los medios artificiales en favor de una relación más directa, mucho más pura, con la naturaleza. De esa mezcla de hippismo y escalada nacieron vías de resonancias tan llamativas como Mescalito, Separate Reallity, Tangerine Dream y muchas más... Poco después La biblia de aquel movimiento fue escrita por Reinhold Messner. En Séptimo grado el gran alpinista italiano apuntaba entonces los nuevos principios que iban a transformar el alpinismo mundial de raíz y que se podrían resumir en una frase: hacer más con menos.

Decía Reinhold Messner que no hay que rebajar la altura de las montañas, sino ponernos nosotros a la altura de las grandes montañas. Consecuente con estos planteamientos, él mismo sería el primer ser humano en escalar las catorce montañas más altas del planeta Tierra sin utilizar botellas de oxígeno. Aunque parezca mentira, casi treinta años después hay algunos que todavía siguen llevando botellas a la espalda, lo que además de tener muy poco encanto es una vuelta a la edad de piedra del montañismo. Para los que vivimos aquellos tiempos tan asombrosos en primera persona, estar hace unos días a los pies de paredes como el Capitán ha sido como reencontrarnos con los orígenes.

Es la misma emoción que sentí cuando pude hablar con Walter Bonatti o el propio Messner. Y, supongo, que es lo mismo que les pasa a mis compañeros de la sección de fútbol, cuando entrevistan a Di Stéfano o Pelé. Esta estancia en Yosemite me ha traído además el recuerdo de un amigo muy querido: Manuel Martínez, Musgaño. Manolo fue de los primeros que en nuestro país supo recoger aquellos vientos de libertad que habían cruzado el Atlántico hasta Gran Bretaña y de allí llegaron hasta las paredes del Verdón, en los Pirineos de la vecina Francia.

Fue un espíritu libre que siempre pensó que no había nada que fuera imposible. Pero además fue un apóstol de la nueva idea que se extendería por España con inusitada fuerza. De esa semilla brotaría el nuevo alpinismo español. Una madrugada de hace 23 años Manolo murió en un accidente en los Alpes cuando trataba de escalar la Aguja Verde. Pero su revolucionaria forma de pensar ya había puesto los cimientos de un apasionante proyecto llamado Al filo de lo imposible.