Resulta que Rafa Benítez, casi sin darse cuenta, hará sus mejores fichajes en casa. No necesitará pedir cheques en blanco al club de Anfield para ensamblar un Liverpool como Dios manda, con sabor a los míticos Bill Shankly y Bob Paisley de los felices 60, 70 y 80. Su primer fichaje es Baros. El checo, pichichi de la Eurocopa con cinco goles, ha enviado un mensaje a su nuevo técnico: Espero triunfar con el Liverpool de Benítez. Y, de refilón, echa un rapapolvo a su ex jefe Houllier: Él me hizo perder la confianza. El segundo fichaje es Gerrard, uno de los destacados en la selección inglesa que ahora nos brinda sus pataletas vía Internet.

Un día, Beckham culpa de su bajo rendimiento a Queiroz, y al día siguiente Campbell ataca a Urs Meier por anularle un gol en el decisivo duelo con Portugal. Si la jugada ocurre en el otro área, habría dado gol. Cada vez que veo el vídeo estoy más convencido de que el tanto era legal, decía ayer el central del Arsenal en la BBC. El tercer fichaje es Owen. Llegaba a la Eurocopa con ganas de revalorizarse, pero su discreto papel no ha despertado el apetito de los grandes tiburones europeos. Real Madrid, Barcelona, Milán o Chelsea han ignorado el flirteo de Owen, que ansiaba firmar el contrato de su vida. Así las cosas, sin novias a la vista, renovará en breve con el Liverpool. Y, antes de estampar su firma, verá por la tele el final de una Eurocopa en la que otro compañero suyo, el checo Smicer, busca el trofeo. Mejor no se puede fichar, Rafa. Ni más barato.