Thorpe va a por Spitz

Thorpe va a por Spitz

Vamos a rememorar esta semana los Juegos de Sydney. Éstos se recordarán por la natación. Por la imagen de Moussambani, por los récords de Inge de Bruijn y por los duelos Thorpe-Van de Hoogenband. La celebración de los Mundiales de natación nos acerca de nuevo a todos estos protagonistas. Bueno, a todos no. Moussambani quedó en una anécdota. Lo importante van a ser las revanchas. Y, sobre todo, la gesta a la que se enfrenta Thorpe. Quiere ganar los 100, 200, 400 y 800 metros libres. En la historia de la natación nadie ha intentado nadar las cuatro distancias.

Nadar los 100 y los 800 metros, y consiguientemente sus distancias intermedias, es un antagonismo. Como si Michael Johnson compitiese en los 200 metros y en los 5.000. Eso es mezclar la velocidad con el tocino, es decir, la rapidez con la resistencia. Se puede tener una cualidad, pero no la otra. Si se tienen las dos, el resultado es un mediofondista, que en el atletismo tiene su prueba: los 1.500 metros. Y que no se salga de ahí, porque en los 800 metros se lo comen y en los 5.000 no llega. Por eso a lo que se dispone a enfrentarse Thorpe no tiene precedentes.

Además, sale a ganar las cuatro pruebas. Y no tiene fáciles más que dos: 400 y 800 metros. En los 200 posee el récord del mundo, pero Van de Hoogenband le batió en los Juegos. Y en los 100, este nadador de nombre impronunciable, como escribía Guasch en sus crónicas desde Sydney, también es el campeón olímpico. O sea, que el reto que se ha planteado Thorpe es de aúpa. Y no conforme con eso, también va a nadar los tres relevos. Serán, pues, siete las medallas por las que va a luchar. Una cifra mágica en la natación desde que las consiguiese Spitz. Y a por él va.