F1 | AUSTRALIA

Alonso se pasa el videojuego

El asturiano pilota en Albert Park el V8 Supercar, uno de los pocos coches de competición que le faltaba por probar. Buena jugada: estrenó el nuevo trazado de Melbourne.

Melbourne

Fernando Alonso añadió este jueves otra pieza de caza mayor para la colección de coches de competición pilotados a lo largo de su carrera: un Ford Mustang del campeonato australiano V8 Supercars con el que completó cuatro vueltas a la nueva configuración de Albert Park. No fue mala jugada, es el primero de la parrilla de F1 que ha testado sobre el terreno esta versión del circuito de Melbourne junto con Checo, que también se subió a otro V8. El evento se encuadró gracias a Castrol, patrocinador de Alpine y del piloto local Thomas Randle. El asturiano dio tres vueltas con Randle, dueño del coche (marcha 22º en el campeonato) y una más con su ingeniero de carrera, Karel Loos. Charló y se fotografió con los miembros del equipo y después comentó con los suyos: “Es rápido”. Aunque las sensaciones sobre otra montura para alguien habituado al monoplaza más rápido del planeta siempre serán, cuando menos, diferentes.

El V8 Supercar es un stock car, como la Nascar, que alcanza los 650 CV con un motor de cinco litros. Suena y parece rústico. Sus neumáticos son slick de Dunlop. En la actualidad compiten los fabricantes Ford y Holden y la carrera más icónica del calendario son los 1.000 kilómetros de Bathurst, en un peligroso y estrecho circuito de montaña de Mount Panorama, en Nueva Gales del Sur. Esta disciplina es una de las más seguidas del país oceánico, donde se destacan el fútbol australiano (una extraña mezcla que recuerda por momentos al fútbol, rugby o fútbol americano) o el cricket. Aunque este fin de semana, la afición ‘aussie’ se vuelca con un GP de Australia que no se disputa desde 2019, y para el que se esperan cerca de 300.000 fans en las gradas.

La hoja de servicios de Alonso al volante de coches de competición está completa. De entrada, es campeón del mundo de la FIA cuatro veces en tres disciplinas: Fórmula 1 (2005 y 2006), kárting (1999) y Resistencia (2018-19). Sobre esta última, pilotó los prototipos de Le Mans (Toyota TS050 Hybrid, campeón del WEC 18-19 y las 24H en ambos años) y Daytona (Cadillac de Wayne Taylor Racing, ganador de las 24H en 2019). También el LMP2. En monoplazas, ha participado dos veces en las 500 Millas de Indianápolis (Andretti-Honda y McLaren-Chevrolet) y probó la configuración de circuitos del IndyCar en Barber, aunque no le convenció para intentarlo en el campeonato americano a tiempo completo. También se divirtió con un Chevrolet de la Nascar en Sakhir tras Abu Dhabi 2018. Entre otras rarezas, se subió al Súper TC 2000 de los turismos argentinos. Y no solo circuitos: acabó el Dakar 2020 en una meritoria 13ª posición con un Toyota Hilux. Por rizar el rizo, sólo falta un WRC del Mundial.

En el carrusel de vueltas estelares de Fernando, pone la guinda el Ferrari 375 (F1 de 1951) que pilotó en Silverstone 2011 para conmemorar los 60 años de la primera victoria de la Scuderia. También debutó en el circuito de La Sarthe con un Ferrari 512 de los años 70 antes de dar la salida en las 24 Horas de Le Mans de 2014. Y más recientemente, se convirtió en el primer piloto que conduce un Fórmula 1 en el circuito más icónico de las carreras de resistencia con un Alpine (en realidad era el Renault RS18) como telonero de las 24 Horas de 2021. Si se trata de un videojuego, posiblemente ha desbloqueado ya todos los desafíos.

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