Cibeles arde con Carlos Sainz
Madrid se vuelca con su leyenda. Ni el frío ni las fechas tan especiales han frenado a miles de almas para aplaudir a rabiar su derrapes y saltos.
Bicampeón del mundo de rallys, triple ganador del Dakar…y campeón universal del cariño. Madrid se ha volcado con Carlos Sainz, que ha hecho arder Cibeles para deleite de los 40.000 aficionados presentes con una orgía de derrapes y saltos al volante de muchos de los coches que han forjado su historia, y también el que pilotará en Arabia el próximo enero.
A pesar del frío y las fechas tan especiales que vive la capital, no cabía un alfiler en Recoletos. La improvisada cuneta de sus bulevares estaba repleta de gente hasta el otro extremo en Colón, el fondo norte del circuito. Corría un viento que cortaba la circulación, pero las evoluciones de uno de los madrileños más ilustres han caldeado el ambiente durante la hora larga que ha durado el show.
Para empezar, el bramido del Audi S1 de rallycross, posiblemente el vehículo más espectacular del lote, ha servido para romper el hielo. A continuación, tiempo para el recuerdo con el Seat Panda que catapultó a Sainz al estrellato en el Campeonato de España, que daba paso al coche de los primeros podios, los primeros triunfos y el primer título mundial, el Toyota Celica. Momento esperado el del Audi Quattro, el inolvidable grupo B que se negaba a entrar en las curvas a pesar de los desesperados intentos de un Sainz volcado en dar espectáculo a sus fieles.
Y, de repente, se hizo el silencio. La llegada del arma con la que en enero quiere ganar su cuarto Dakar en Arabia no ha defraudado. A pesar de que no emitía los bramidos de los otros coches, el silbido de su motor eléctrico daba paso a aceleraciones impresionantes, una de las virtudes de la automoción con chispa, y no menos impresionantes derrapes…hasta que ha afrontado por primera vez el gran salto.
Sin miedo. Como si fuera un chaval de 19 años, pero con 59. ¡Alehop! Sainz ha volado en el centro de Madrid, que le ha vitoreado y homenajeado, rodeado también de los copilotos con los que logró sus mayores éxitos, Luis Moya y Lucas Cruz, su familia y amigos. Miles de amigos que le han vuelto a coronar campeón del mundo del cariño. En enero, más. Leyenda eterna del deporte.