Alonso contra el reloj
Se cumplen ocho años de la última victoria del asturiano en F1 y nadie interrumpió una sequía tan larga en el pasado. Alpine piensa hacerlo en 2022.
Nunca transcurrió más de un año y medio entre cada una de las 32 victorias que Alonso logró como piloto de Fórmula 1. Hoy se cumplen ocho años de la última, el GP de España de 2013, un inolvidable 12 de mayo en Montmeló. Salió quinto con el Ferrari, pasó a Raikkonen y Hamilton en la primera vuelta, superó con un undercut a Vettel y repasó a Rosberg para hacerse con un liderato que no abandonaría delante de 100.000 aficionados locales. Seb dominó aquella campaña, después llegaron los motores híbridos, las dudas en Maranello, el salto al vacío de McLaren Honda y su primer adiós al campeonato.
La efeméride destaca una realidad del Gran Circo: nadie ganó una carrera después de siete años de sequía (Patrese lo consiguió entre Sudáfrica 1983 y San Marino 1990) y en los últimos tiempos la mayor racha sin triunfos interrumpida ha sido de cinco años, por Kimi (Australia 2013 y Estados Unidos 2018). El reloj manda, el cronómetro dicta sentencia y el tiempo no perdona en un deporte que se rige por milésimas.
En cualquier caso, el primer paso para revertir esta clase de estadísticas es formar parte de la parrilla más competitiva del planeta en la cúspide del automovilismo. Porque, en realidad, Alonso sí ha ganado en este tiempo: durante su periplo como piloto de resistencia logró unas cuantas victorias, entre ellas las 24H de Le Mans (2018 y 2019) más el Mundial del WEC y las 24H de Daytona (2019).
De vuelta a la F1
Con 39 años, el regreso de Alonso al Mundial no ha transitado por el camino más amable hasta ahora: avería en Bahréin (tras un buen sábado), dificultades en Ímola salvando un punto, remontada en Portimao hasta el octavo penalizado por una mala posición de partida, y una estrategia a la desesperada en Barcelona que fue fruto del décimo en parrilla. El asturiano está satisfecho porque el Alpine A521 progresa y es más competitivo de lo que auguraron las primeras carreras. En una campaña de 23 grandes premios, es cuestión del tiempo adaptarse a las circunstancias de su monoplaza, pero le faltan las últimas dos décimas en clasificación que le harían la vida más fácil cuando se apagan los semáforos.
El trabajo desde el garaje para facilitar la integración del bicampeón con el coche de Enstone es enorme. En las próximas semanas revisarán las características de la dirección asistida del Alpine A521 para ayudar al confort de Alonso, "acostumbrado a otro tipo de asistencia" en el volante. Al mismo tiempo, aprovechan las semanas entre carreras para trabajar en remoto, preparar los circuitos que vienen con el simulador y mantener la comunicación constante con el grupo de trabajo de los ingenieros. Están habituados, en los años recientes Sainz, Ricciardo u Ocon tuvieron unos primeros meses grises antes de extraer el verdadero potencial de los Renault que pilotaron.
Alpine no aspira a ganar carreras en 2021, aunque algún podio suelto sí debería ser un botín posible para el mismo equipo que subió tres veces al cajón durante 2020, en Nurburgring, Ímola y Sakhir. Mónaco es un buen lugar para intentarlo, porque las estrecheces de Montecarlo permiten defender una buena clasificación frente a coches con más ritmo. En 2022, con un ambicioso cambio de reglas técnicas que simplificará la aerodinámica de los coches, la firma francesa sí se plantea volver a luchar por victorias en un terreno de juego más equilibrado. Para entonces, el proceso de adaptación de Alonso en su regreso a la F1 habrá quedado ya como un mal sueño. ¿También la sequía?