MOTOGP I GP DE ANDALUCÍA
Rossi siempre vuelve
Habría que ser muy necio para enterrar antes de tiempo a Ali en el boxeo, a Jordan en el baloncesto o a Tiger en el golf, y eso mismo sucede con El Doctor.
Habría que haber sido muy necio en su momento para enterrar antes de tiempo a Muhammad Ali en el boxeo, a Michael Jordan en el baloncesto o a Tiger Woods en el golf, y eso mismo sucede con Valentino Rossi, que hizo en el GP de Andalucía de MotoGP su podio número 199 la friolera de 465 días después del anterior. Y a los 41 años. Ahora, el siguiente objetivo, es volver a ganar una carrera, lo que no consigue desde el 25 de junio de 2017, hace más de tres años, cuando venció en Assen por delante de Petrucci y Márquez.
Lo más admirable del podio de Rossi conquistado en el segundo domingo de carreas consecutivo de Jerez es la alegría con la que lo celebró y la dignidad que tuvo para llegar hasta él con una difícil travesía por el desierto de por medio. En la vuelta de honor, se paró junto a los baños que ya hizo célebres siendo un crío, cuando se metió en ellos tras una victoria. Ahora, se paró allí y se subió a las protecciones a saludar a una grada que estaba vacía. Era su manera de mandar un abrazo virtual a los aficionados que siguieron por la tele su regreso al cajón, como dijo después. Y también confesó antes los micrófonos que en los peores momentos se miraba en el box con su gente y no tenían palabras que intercambiar, lo que en algunos momentos le hizo pensar si no sería mejor dejarlo todo y quedarse en casa. Y esa sensación es muy dura, porque ya la había vivido en su aciago paso por Ducati (2011 y 2012), pero no tiró la toalla.
Entre las medidas tomadas para encontrar soluciones, el cambio de técnico o ingeniero de pista, que gusta decir ahora. Alternativa para David Muñoz, al que conocía y valoraba por el trabajo que efectuaba en la escudería del propio Rossi de Moto2, y gracias por los servicios prestados al veterano Silvano Galbusera. Lo hizo sin dramas y sin estridencias, confirmando el tiempo que acertó, porque el técnico español es uno de los que ha conseguido que Yamaha le vuelva a hacer caso a Valentino y le dé una moto que sienta suya, con algo tan sencillo, y tan difícil, como el setting y el balance, más al estilo 2018 que al de las versiones más nuevas. Todo eso, unido a que Rossi siempre vuelve, como sólo saben hacerlo los más grandes, invita a pensar que acierta renovando al menos un año más, porque es verdad que sigue disfrutando en la parrilla de MotoGP y haciéndonos disfrutar.