Lorenzo: el año después
Se cumplen 365 días de la última victoria del balear en MotoGP. Fue en el GP de Austria y desde entonces, su mejor resultado ha sido la undécima posición.
Cumplió el sueño de cualquier piloto Ducati, ganar junto a la Desmosedici en Mugello, y tan sólo tres días después el de cualquier piloto: formar parte del equipo más laureado de la historia de MotoGP. Jorge Lorenzo se unió a Honda para exhibir junto a los japoneses su perfil de campeón que cuestionaron algunas esferas de Borgo Panigale, a las que demostró que él también podía dominar con su montura. Pero ya era tarde para hacerlo. El balear pondría rumbo a casa del rival cuando terminase el curso, aunque trató de despedirse demostrando que podría haber recogido el testigo que Casey Stoner dejó en 2007.
Volvió a ganar en Montmeló, segunda victoria consecutiva de la temporada, para regresar al podio en Brno con una segunda posición que le supo a poco. Lorenzo buscó la victoria en Austria y la encontró imponiéndose a ese rival ahora inquebrantable, Marc Márquez, y hasta ahí la historia. Porque el balear frenó su racha en seco, ya que en Misano y Aragón besó el asfalto en plena batalla personal por continuar reivindicándose. El resultado fue una lesión que le apartó de los circuitos hasta Valencia, donde se despidió de la casa de Bolonia con una decimosegunda posición. El triunfo le volvió a dar la espalda y la Honda no le mostró la cara bonita de la moneda, esa con la que no se ha vuelto a encontrar desde hace un año.
El dream-team tan ansiado de Honda se puso en escena con el campeón por donde lo dejó y con Lorenzo por donde lo hizo con Ducati. El equipo soñado volvió a soñar, con Márquez, mientras que el balear inauguró el año en la decimotercera posición para, después de siete carreras, sellar la undécima plaza como mejor resultado junto a una montura que hasta entonces se había impuesto en cuatro ocasiones. Entre medias Jorge decidió aprender a ganar otra vez, viajo hasta Japón para conseguirlo y se empezó a encontrar con 'su' Honda en el GP de Cataluña. Pero ahí también se encontró con una versión de rookie desconocida en él desde 2008.
En el primer paso por meta ya se codeaba con los mejores y entonces, falló como nunca antes lo había hecho. Su strike se llevó por delante sus aspiraciones y las de otros tres pilotos (Dovizioso, Maverick y Rossi) para situarle en el ojo de un huracán del que no pudo escapar. Porque en Montmeló la caída fue sin consecuencias físicas, pero la de Assen le ha dejado fuera de juego hasta Silverstone, donde reaparecerá junto a una montura pequeña y elevada pensada para el pilotaje de su compañero, en la que el pentacampeón busca soluciones como las que encontró para la Ducati.
Porque pese a que muchos apuntan al otro lado del garaje, el problema no es Marc Márquez. El ilerdense sólo se dedica a hacer su trabajo, que no es otro ganar. Y de eso ya se encargaba cuando Lorenzo también aspiraba y sumaba victorias con Ducati. El problema más bien está en esa montura donde el balear no se siente a gusto, pero "si la moto gana con un piloto, no hay por qué cambiar". Palabra de Jorge. ¿Quién tiene que hacerlo entonces? El mallorquín lo ha intentado llamando a todas las puertas que podrían abrirse pero al final, le ha devuelto el toque a Honda. Lorenzo se queda. Y lo hace para volver a ganar.