Bertha Benz, la mujer que revolucionó el mundo del motor
Aunque todo el mundo conoce su apellido poca gente sabe el importante papel que ella jugó en la historia de la automoción.
Bertha Ringer fue una mujer poco corriente para su tiempo y probablemente una gran desconocida para la mayoría de los amantes del motor. Nació en 1949 en el seno de una familia adinerada de Pforzheim (Alemania). Bertha mostró desde muy joven interés por cuestiones no muy comunes a su género y su época.
Aunque seguramente tendría una gran lista de pretendientes dada su posición, Bertha decidió usar una parte de su dote en una empresa de construcción de hierro, dos años antes de casarse con Carl Benz, ya que posteriormente perdería el derecho de actuar como inversora al ser una mujer casada.
Carl, junto con Max Rose y Friedrich Wilhelm Eblinger, fundaron Benz & Cie, que comenzó a producir motores industriales de gas en 1883, utilizando la otra parte de la dote de Bertha como apoyo financiero. Benz & Cie terminó su primer carruaje sin caballos en 1885. A pesar de ser ella la que financió el proyecto, no se la permitió firmar la patente, al tratarse de una mujer casada. Fue su marido, Carl Benz, quien solicitó la patente n° 37.435 para un vehículo de tres ruedas el 29 de enero de 1886. Ese mismo año se presentó el primer automóvil al mundo, pero nadie parecía estar dispuesto a comprarlo.
Bertha, que tenía cinco hijos que mantener y la seguridad de tener entre manos un gran avance para la humanidad, no se dio por vencida. El 5 de agosto de 1888, a primera hora de la mañana, con la compañía de sus dos hijos mayores, Richard y Eugen, y sin rendir cuentas ni a su marido ni a las autoridades, cogió el coche con el pretexto de ir a visitar a sus padres. Condujo desde Mannheim a Pforzheim. Hasta ese momento sólo se habían realizado pruebas muy cortas volviendo siempre al punto de partida. El camino atravesaba la selva negra contaba con tramos prácticamente intransitables para el vehículo.
Tuvo que enfrentarse a auténticas adversidades. Sin tanque de combustible y con un suministro de sólo 4.5 litros de gasolina, debió parar en boticas para compra ligroína (solvente de petróleo), limpió las válvulas obstruidas con el alfiler del sombrero, usó su liga como material de aislamiento y un zapatero instaló cuero en los frenos de madera cuando estos empezaron a fallar. Ideó un sistema de enfriamiento por evaporación que fue una constante preocupación por contar con un suministro de agua y tuvo que remolcar el coche múltiples veces en las pendientes. Llegó poco después del anochecer. El viaje sirvió para pulir los detalles que fallaban teniendo en cuenta sus experiencias y tal como había planeado generó una gran publicidad, resultando así las primeras ventas.