FÓRMULA 1 | LA LEYENDA ALEMANA
"Michael Schumacher era duro, intimidaba", dice Alonso
Se cumplen cuatro años del accidente de esquí de Michael con apenas noticias sobre su estado. El asturiano habla con admiración sobre él.Carrera de Alonso en directo: 6 Horas de Spa del WEC, en vivo
Siempre dice el nombre del gran campeón. "Schumacher", a veces. "Michael", otras. Y siempre se le pone ese velo de brillo que pone en los ojos los mejores recuerdos de una vida. Como San Marino 2005. Por ejemplo. Como Brasil, cuando el siete veces campeón del mundo fue a felicitar al entonces joven asturiano que había puesto fin a su reinado eterno. Después llegaría 2006 y ese duelo que todos queríamos ver, Fernando Alonso contra Michael Schumacher por el título mundial. Y ganó el español, ese mismo piloto que siempre que le preguntan por el piloto más grande al que se ha enfrentado dice el nombre del alemán.
Ahora se cumplen cuatro años desde el terrible accidente que cambió para siempre la vida de Schumacher. Fue en la estación de esquí francesa de Meribel cuando tras una caída se golpeó la cabeza con una piedra, se rompió el casco y fue trasladado a una clínica de Moutiers y después a Grenoble en estado crítico, con lesiones cerebrales graves, después el coma inducido, las operaciones, el despertar del coma tras 254 días en el hospital, la recuperación en una clínica suiza, después en su casa acondicionada para su cuidado… y el hermetismo total con el que la familia ha querido tratar su estado de salud. Y rumores. Y noticias pocas. En realidad solo podemos quedarnos con el gesto de tristeza que hacen algunos de sus amigos en el paddock del Mundial de F1 cuando pregunto por él. Y con el brillo de los ojos de pilotos que compartieron pista con la leyenda germana.
Como Alonso. "Fue un competidor duro. Eso es lo primero que me viene a la cabeza", decía el asturiano este año en una entrevista con la periodista mexicana Giselle Zarur. "Fue muy rápido, intimidaba en algunos momentos", sigue el bicampeón. Y es verdad, no solo en la pista. Schumacher era (es, será siempre) una de esas personas que son lo que parecen. O más. Cuando venía caminando hacia ti sabías que era alguien especial, por esa manera de ir por el mundo, como si lo hubiera comprado, como si se lo hubiera ganado a pulso.
Pero en la pista quizá era mejor de lo que muchos han sentido. Schumacher compitió contra Senna, Prost, Mansell… Alonso, Hamilton, Vettel. Y siempre estuvo ahí. Su última victoria fue con Ferrari en China 2006 y su último podio en Valencia, aquella legendaria carrera de 2012 con Alonso y Raikkonen a su lado.
El asturiano valora así a Schumacher: "Rendía más de lo esperado a veces. Incluso en algunas carreras de 2006 en las que los Bridgestone y Michelin rendían de manera diferente y en citas en las que las Michelin eran muy superiores, el viernes no eran competitivos y luego en clasificación le veías a él segundo por ejemplo. ¡Era increíble! Supercompetitivo, un competidor muy duro y un gran, gran piloto", concluye mientras parece mirar en el túnel del tiempo aquellos maravillosos años en los que ganaba títulos al mejor piloto de siempre según los libros de estadística, ese que ahora sigue sobreviviendo desde que hace cuatro años una piedra le cambió el destino para siempre.